No pareces Ramón

Cuando nacemos, nuestros padres nos hacen un regalo que pudiera ser eterno: nuestro nombre.  No a todos nos gusta e, incluso, algunos optan por cambiarlo por otro. Y usted, ¿se parece a su nombre?

Compartir

Ilustración de Alfredo Martirena sobre los nombres.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez
Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez
@BeatrizYaisa
432
30 Julio 2025

Naces y, en menos de una semana, tienes algo a lo que llamar completamente tuyo: el nombre. A muchos les gusta, varios han aprendido a cogerle cariño y otros se hacen llamar por el segundo, porque cambiarlo requiere muchos papeles.

Luis Ramón Campo Yumar es de esas personas que ya encontraron su pasión en la vida y no pierden tiempo en demostrarla. Todos sus estudiantes del Departamento de Letras de la Universidad Central conocen que, cuando comienza su discurso sobre las maravillas de la onomástica, es mejor sentarse.

Profesor Luis Ramón Campo Yumar.
El profesor Luis Ramón Campo Yumar durante su participación el XVII Simposio de Comunicación Social (2023), donde expuso el trabajo titulado «Valor socioindexical del nombre de pila en Cuba». (Foto: Cortesía del entrevistado)

«A veces las personas te miran y te dicen: “Tú tienes cara de llamarte así”, y yo le pregunto: “¿Cómo son los Ramón?”. Dicen que me faltan unos cuantos años y libras para ese nombre».

Resulta hermoso descubrir en las palabras de este joven la ciencia en los nombres, algo que al tenerlo todos, puede parecer simple. En esta entrevista concedida a Vanguardia, decidimos empezar con la pregunta más vieja y controversial del libro.

—¿Los nombres tienen errores ortográficos?

—No, lo que pasa es que los nombres fueron parte de una lengua y deben seguir las reglas de esa lengua, es lo lógico. Por ejemplo, muchas personas cuando se van a Estados Unidos pierden la tilde de su nombre, y Lucía pasa a ser Lucia, porque el sistema automático no les permite tener ese acento.

«Uno de los grandes proyectos que a mí me queda pendiente es el "Manual de consulta del registrador civil". Muchas veces los padres llevan dos o tres días en situación de parto, sin dormir, y no saben muy bien cómo se escribe, y el registrador tampoco, porque pasan por sus manos muchos nombres. En los idiomas hay muchos diccionarios de nombres universales, donde existe una variante de prestigio, pero el padre tiene la posibilidad de pedir cómo lo va a escribir. 

Caricatura de Alfredo Martirena sobre los nombres.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

«Está Jennifer, por ejemplo, que ahora mismo tiene unas 16 variantes y esto puede generar problemas cuando pasas por la primaria o la secundaria a la hora de escribir tu nombre. Muchas veces ser original cuesta, pues genera para el portador, el niño que después va a ser mayor, el peso tremendo de tener que explicar constantemente su nombre».

—¿El nombre te define?

—El nombre tiene tres funciones básicas: una es dar un nombre; la segunda, que tienes un nombre diferente a tu compañero, y la tercera, que ese nombre dice algo de ti. Por ejemplo, dice tu género o por lo menos se puede interpretar, porque cuando tú piensas en Daniela nunca vas a pensar que es un varón.

«Mentalmente, incluso, los nuevos nombres que se crean se ubican. Hicimos una prueba con estudiantes, donde les poníamos un nombre y ellos tenían que marcar si les parecía más o menos inteligente, más o menos bajito, o sea, eran cuestiones físicas e intelectuales. Fue muy interesante, por ejemplo, las personas piensan que Alejandro y Alejandra son más inteligentes, son más altos, que vienen con un paquete mejorado.

«Se están, digamos, como estereotipando de manera negativa un grupo de nombres, lo que, al final, lacera a las personas que llevan dicho nombre. Si te llaman Yusimí, pues la gente siempre va a pensar que no tienes  mayores posibilidades más allá de manicura. Podemos buscar en internet muchísimas personas de éxito en cualquiera de las ramas que tienen cualquier nombre, porque el nombre no define a la persona o lo que vas a ser cuando seas grande».

Defensa de tesis de maestría : Análisis sociolingüístico de los nombres de pila de los estudiantes cubanos de la Universidad Central de Las Villas (UCLV) nacidos entre 1996-2000.
Defensa de tesis de maestría «Análisis sociolingüístico de los nombres de pila de los estudiantes cubanos de la Universidad Central de Las Villas (UCLV) nacidos entre 1996-2000». (Foto: Cortesía del entrevistado)

—¿Son muy creativos los nombres en Cuba?

—El paradigma familiar constituye el principal, lo que ha cambiado con el tiempo es la manera en la que se aprecia. Si el referente es la abuela, Rosa, ese es «un nombre de vieja», así que le ponen Rosaily o hacen un invento para modernizarlo.

«En los 90, los referentes de la novela cubana, algunas películas del sábado, actores y actrices cubanos, los periodistas, los locutores y varias figuras públicas eran un paradigma importante. Hicimos una comparación entre el 1996-2000 y 2018, y había cambiado el paradigma porque cambió la manera en que llegamos al consumo audiovisual. Ya estaba el paquete y, por tanto, eran series o las novelas extranjeras, ni siquiera eran las películas. Lo peor es que dentro de 15 años nadie se va a acordar de quiénes eran esos personajes y todos van a tener que ir explicando el significado de su nombre.

«Para los varones se inspiran mucho en nombres de cantantes, eso sí, de cantantes lindos. Los paradigmas todos son de éxito y eso puede definirse por lo que eres, si eres una persona pública o si coincides con los estereotipos de belleza. No podemos tampoco decir que exactamente este nombre pertenece a cierta época, porque todos los varones heredan mucho los nombres.

Caricatura de Alfredo Martirena sobre los nombres en Cuba.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

«En el caso de los femeninos, son mucho más creativos, pues en una tesis que estamos terminando encontramos variantes ortográficas en más de 6000 nombres solamente en 2006, algunas vienen de otros idiomas e, incluso, otras son autóctonas. A veces si el padre se llama, por ejemplo, Adriá, la niña se llama Adrianis, porque le ponen ese “is” como si fuera un sufijo. Ese también representa un gran debate, porque estamos adaptados a los sufijos “o”, “a”, como Julio y Julia; pero en Cuba tenemos muchísimos ejemplos de nombres que se convierten en femeninos sin que la marca de género se un sufijo. Por ejemplo, Jasbel puede ser para mujer y Josbel para hombre; entonces el cambio está internamente.

En el 2019 hicimos una comparación entre Santa Clara, Santiago y La Habana, y nos dimos cuenta de que el oriente del país es mucho más creativo y en La Habana la gente tiene los mismos nombres, en estadística. Santiago tiene mucha más variedad; por ejemplo, es donde único hemos encontrado Mazziel, así con dos zetas».

Cada nombre deja ver, queriendo o no, un trozo de nuestra historia. A veces es la de unos padres que, después de nueve meses de pensar, decidieron a último momento o de alguien que lo tuvo bien decidido desde su primera muñeca.

Si de algo debemos estar claros es de la enorme responsabilidad que supone el acto de nombrar. Es el primer regalo que un padre deja y, aunque a veces no guste, se entrega desde el amor.

Comentar