Fonst, el que colocó a Cuba en el mapa olímpico

El mejor esgrimista cubano de todos los tiempos tenía 16 años cuando, en París, subió a lo más alto del podio olímpico el 14 de junio de 1900, hace 125 años.

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Esgrimista cubano Ramón Fonts compite en París 1900.
Ramón Fonst tenía 16 años cuando obtuvo el oro y un subtítulo en los Juegos Olímpicos de París 1900. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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13 Junio 2025

Si Mijaín López Núñez hizo que Herradura apareciera en el mapa olímpico, mucho antes que el legendario gladiador greco­rromano, el jueves 14 de junio de 1900, hace exactamente 125 años, otra leyenda, el esgrimista Ramón Fonst Segundo (1883-1959), logró que Cuba no pasara inadvertida entre las 26 naciones que concurrieron a la segunda cita estival que tuvo por escenario a París.

Gracias a la espada de Fonst, que en los espléndidos jardines de Las Tullerías doblegó al anfitrión Louis Perrée, la mayor isla del Caribe pudo convertirse en uno de los 14 países que alcanzaron, al menos, un título olímpico en la Ciudad Luz, el primero de los 86 conquistados por nuestros representantes en sus 22 participaciones en confrontaciones de esta envergadura hasta la más reciente, efectuada, coincidentemente, en la capital francesa el pasado año.

Cuentan que cuando el excepcional esgrimista decidió competir en los mencionados Juegos Olímpicos, el padre consideró que todavía era muy joven para asumir un compromiso tan exigente, que podría afectarlo.

Esgrimista cubano Ramón Fonst.
Fonst, el mejor esgrimista cubano de todos los tiempos. (Foto: Tomada de Internet)

Papá Filiberto le impuso un reto: derrotar a todos los maestros de armas cubanos, quienes casualmente competían ese día. Y como era de esperar, Ramón los doblegó; pero entonces surgió un imprevisto:

—Ahora tienes que ganarme a mí, le dijo Filiberto.

Estuvieron combatiendo durante 55 minutos y, finalmente, el jovencito decidió a su favor en un ataque en riposta. «¡Ganaste!», reconoció el padre, y enseguida afirmó: «Yo pagaré los gastos. Irás a París».

Fonst no hizo quedar mal a su papá. No solo obtuvo el primer cetro de Cuba y Latinoamérica en la máxima confrontación deportiva del planeta, sino que, además, alcanzó el subtítulo en la modalidad de espada para maestros de la esgrima —que solo fue convocada en aquella lid—, al sucumbir ante su entrañable profesor francés Albert Ayat.

Miembro del Salón de la Fama de la Esgrima, abierto en Lausana, Suiza, en 2013, y tres veces abanderado de Cuba bajo los cinco aros, el mítico deportista criollo compitió cuatro años después en San Luis, Estados Unidos, donde reinó individualmente en florete y espada, y cerró su expediente en estas lides a la edad de 41 años, en 1924, oportunidad en que París acogió por segunda ocasión estas citas.

Cuando subió a lo más alto del podio en los Juegos celebrados en 1900, el excepcional esgrimista tenía 16 años, 10 meses y 14 días de edad. Esto abre una interrogante que no he visto abordar, y con la que concluyo este trabajo: ¿Será también Fonst nuestro monarca olímpico más joven?

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