Cuando la gente en Villa Clara oyó que Sagua la Grande sería sede de la segunda despedida al máscara Ariel Pestano, no concebía el por qué de la decisión. Sagua está indisolublemente ligada a Víctor Mesa. Y no sé por qué escribo esto, si no tiene nada que ver. Pero la realidad le dio la razón al mito popular, que creció luego de la exclusión de Pestano al III Clásico Mundial. La diferencia con el antecedente de su pueblo natal, sería abismal.
Sagua sí cumple la regularidad de los estadios municipales. A la entrada, y al costado de la carretera que te convida, una otrora gran ciudad. El estadio, como casi todo en la Villa del Undoso alude a la Huelga del 9 de abril. Aunque para quien recorre escasamente esos lares, el estadio de Sagua al menos debió edificarse más fastuoso, más estadio. Solo es uno más, con reglas especiales y pintura naranja para la ocasión.
No obstante el sol y el hastío de pasada la una de la tarde, el otrora clásico oriental de la pelota cubana (Santiago-Villa Clara) y la despedida del máscara llevaron a cientos de sagí¼eros a buscar sombra bajo el zinc del “9 de abrilâ€. No hubo la fanfarria de fuegos artificiales como en la Villa Blanca, o el orden casi matemático de la arrancada en Caibarién. La ocasión sagí¼era fue más a la ligera, aunque igualmente el del dorsal 13 se sumergió en crónicas, halagos, abrazos de contrarios y compañeros, regalos de organismos, diplomas y aplausos.
Esta vez fue él quien rompió el protocolo. Entró por dónde y cómo quiso, y pasó al saludo de los equipos formados, cuando él mismo decidió. En Sagua Pestano fue más “Pedro por su casa†que en Caibarién. Antes de saludar a Edilse Silva (campeón de naranja junto a él en 2013) dio paso atrás y se le fue un cubanísimo: «í‘o, asere ». El pitcher Danny Betancourt, lo abrazó fuerte y quiso levantarlo en peso. Pestano lo retó: «No vuelvas a intentarlo otra vez que todavía estoy entero ».
Esta vez tuvo tiempo con la prensa, el acto aquí fue más de rigor y tenía palabras. «Un agradecimiento al pueblo de Villa Clara por todo lo que está haciendo para reconocer mi carrera, la que con mucho esfuerzo llevé adelante. Me siento muy contento por todo lo que han hecho por mí, por tratar de levantar mi autoestima », dijo de espaldas al graderío. Desde la cerca, dos o tres manos infantiles se colaban por el mismo roto, y le gritaban: ¡Fírmame una pelota! Lo hizo.
Otro personaje de esos, ligado como Sagua al “32â€, Pablito, el rumbero, va y le toma la mano. Lo abraza, el público se jacta de lo que bien conoce o sospecha. En Sagua, Pestano juega con los ancestros y la cultura afrocubana… «Échate pa allá » y se santigua. La historia del día 2 termina en 20 minutos, queda Santa Clara, el Sandino y la noche del jueves 22 de septiembre.