La parada perdida

Cualquier decisión que afecte directamente la calidad de vida de la mayoría, por pequeña que aparezca, precisa de explicación oportuna.

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Ilustración de Alfredo Martirena sobre cambio de parada de las motoneta en Santa Clara.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez
Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez
@BeatrizYaisa
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09 Diciembre 2025

Encontrarse  el frente del restaurante Santa Rosalía vacío da la misma sensación que entrar a la casa abandonada en una película de terror. Sin embargo, había personas esperando, así que, obviamente, tocaba pedir el último. Después de media hora, no pasaban casi motonetas.

«¿Ustedes van para el Materno?», preguntó una señora que caminaba por ahí. Ante la afirmación colectiva, procedió a explicar que hacía unos días habían cambiado la parada de lugar: ¿A dónde? Hacia algún sitio de la calle Alemán. 

El descontento generalizado, que llenó la acera de la Galería Provincial, era más que comprensible. La razón no estaba en trasladarse unas cuadras más, sino en ver modificada su rutina diaria sin ningún aviso. ¿Cuándo dijeron esto?, muy buena pregunta para la que nadie tenía respuesta. 

Consultar e informar a la población resulta imprescindible. Las personas aceptan mejor un cambio cuando comprenden sus razones, no importa que este no sea completamente de su agrado. Imponerlo, por el contrario, genera frustración, desconfianza y la percepción de que no se tiene en cuenta a la ciudadanía. 

A veces, las razones para tomar una decisión respecto a la administración pública están dadas por motivos técnicos, imposibles de notar a simple vista. Más allá del «dónde» o «cuándo», es necesario explicar «por qué» se procede de esa manera y no de otra.

Además, los datos no siempre comprenden la realidad compleja de las calles. La población aporta experiencia directa, que pueden constituir respuestas a las necesidades reales sobre la teoría administrativa. Invertir en procesos participativos siempre resulta más eficiente que rectificar una obra mal planificada.  

 La consulta pública demuestra interés en establecer un flujo de comunicación, es un esfuerzo activo por conocer mejor las necesidades de la población. La urgencia, la complejidad o el temor a que la participación eternice el proceso no son excusas. El silencio, en la gestión de lo público, siempre sale más caro. 

En Cuba, tenemos varios ejemplos de la deliberación ciudadana y el voto popular, sobre todo desde lo legislativo con el Código de las Familias. Es verdad, la decisión de cambiar la parada de las motonetas no se acerca ni remotamente a la repercusión de un cambio legal. 

Sin embargo, sí que altera la rutina diaria de cientos de pasajeros: el trabajador al que le «pasan la raya roja» o la persona mayor que no puede perder la hora de su turno médico. Cualquier decisión que afecte directamente la calidad de vida de la mayoría, por pequeña que aparezca, precisa de explicación oportuna.

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