
La agricultura en Villa Clara vivía antes de «Irma » un momento de desahogo y lozanía, con producciones en aumento y un sistema de Acopio imperfecto, pero entre los mejores del país.
Al paso del huracán todo cambió y las pérdidas superan los 102 millones de pesos. Ahora la ausencia de viandas, frutas y granos se siente en placitas y mercados.
Vanguardia hizo un recorrido por varios lugares del territorio: Mercados Agropecuarios Estatales (MAE), puntos de venta, placitas, organopónicos y el Mercado de Oferta y Demanda de Santa Clara; pulsó las opiniones del pueblo, escuchó criterios de vendedores y dialogó con directivos.
No quedó fuera la reciente disposición del Consejo de Defensa Provincial de topar los precios, decisión bien acogida por la población, pero que ha generado en algunos reacciones adversas que obligan al propio sistema de la agricultura, a los Consejos de Administración Municipales y a los diferentes cuerpos de inspectores del territorio a un mayor control del destino de las producciones y sus precios de venta, pues los violadores y las violaciones no faltan.
Por suerte, en medio de estas penurias alimentarias, la venta de carne de cerdo goza de una buena salud. Un verdadero privilegio para los villaclareños, pues no sucede así en otros territorios del país.
Hasta Placetas
La primera parada fue en Miller, en la placita El Melón, donde hace 25 años trabaja como dependienta Esther Martín Quintero, quien afirma: «Hubo plátanos los primeros días después de “Irmaâ€. Desde entonces acá han abastecido en varias ocasiones yuca y frutabomba, tanto verde como de la variedad rayona. No ha faltado el suministro de granos, incluido el frijol caupí, la harina, ajo y cebolla en polvo, y otro condimento seco de tipo mixto. También he vendido frijoles negros ».

Eran aproximadamente las 8:45 de la mañana cuando, en Falcón, llegamos al MAE El Mango. La cola estaba organizada y se vendía carne de cerdo. El dependiente integral, Leduán Borges Díaz, atendía diligentemente a los consumidores. Del otro extremo del mostrador las cajas vacías se hacían eco de la ausencia de viandas y otras producciones.
A la salida del poblado, el «carretillero » Yuviel Chirino Barreto vendía malanga, puré de tomate envasado, ajo, cebollas y barras de dulce de guayaba. Interrogado por este reportero, mostró dominio de los precios topados y la pizarra informativa los mostraba de manera visible: «A nosotros nos reunieron en Placetas antes de la adopción de la medida y nos explicaron el porqué había que tomarla. Nosotros la entendimos ».
En Placetas fueron visitados los establecimientos Mercado Agropecuario Estatal La Avenida, MAE La Lima y los puntos de venta ubicados en1.a del Sur e/ 7.a y 8.a del Oeste; 1.a del Sur e/ 4.a y 5.a del Oeste (perteneciente al huerto Revolución), y El Anón, de la Agricultura Urbana.
En La Lima, Adelfa Pérez Guevara, su administradora, vendía unos bien conformados macitos de cebolla de la tierra, cada uno a $3.40 pesos.

«La situación agroalimentaria está difícil, pero podía estar peor. Lo que pasó con “Irma†aquí en Villa Clara y en todo el país fue duro. Los campos quedaron arrasados, y aun así se ha hecho un esfuerzo enorme; al menos, siempre se vende algo todos los días, lo que alivia un poco el problema de la comida », refiere Adelfa.
Su criterio fue compartido por varios de los usuarios; otros, solicitaron el retorno de las ferias dominicales, suspendidas temporalmente en todos los municipios, pero regresarán cuando las producciones del agro aumenten.
En dos de los puntos de venta coincidió el reclamo de acogerse a los recientes precios topados, al desconocer u obviar que al ser entidades estatales no entran dentro de la decisión adoptada por el Consejo de Defensa, sino que continúan regidos por la Resolución 27, del Ministerio de Finanzas y Precios.
En el punto de venta El Anón, perteneciente a la Granja Urbana, solo se vendían mazos de ajo porro. Y aunque había entrado acelga, habichuela y quimbombó, los niveles eran mínimos y fueron destinados al consumo social; o sea, hospital municipal, seminternados de primaria y el Sistema de Atención a la Familia (SAF), como bien nos explicó el administrador Alexis Marrero Monteagudo.
Santa Clara por dentro
Fue visitado en tres ocasiones el Mercado Agropecuario Estatal de Buenviaje, el más importante de la provincia; en dos, el colindante Mercado de Oferta y Demanda; los organopónicos Los ílamos y El Minero; los MAE La Toronja y La Lechuga, y la placita La Piña, sita esta última en Santo Tomás e/ Nueva Gerona y Capitán Velasco, en el reparto Chamberí.

El pasado domingo en el mercado de Buenviaje solamente se ofertaba cabeza de malanga y yuca de baja calidad; el martes, el panorama fue bastante similar. No sucedió así el miércoles, cuando se vendió boniato, yuca, calabaza, latas de dulces en conserva y frijoles negros y colorados, todos en cantidad regulada para evitar el acaparamiento.
A pesar de las adversas condiciones por las que atraviesa la agricultura, allí se mantiene funcionando la fonda inaugurada cuando el «Buenviaje » reabrió sus puertas, apenas tres meses atrás. El almuerzo no rebasa los dos pesos, y resuelve, sobre todo, a las personas más necesitadas y de menores ingresos.
En los MAE La Toronja y La Lechuga no faltaban la carne de cerdo, no así demás renglones del agro, bastante menguados. Nada más cabeza de malanga. Había llegado un poco de plátano burro, pero solo por dieta médica. En todos ellos funcionaba un puesto de la agricultura urbana que vendía cilantro y ajo porro, a un peso el mazo y de primera calidad.
En la placita La Piña, del barrio Chamberí, solo había yuca, y bastante atrasada. Según el dependiente, Lázaro Heredia Ramos, entró el viernes, y hasta las 4:00 de la tarde del martes apenas había vendido unos cuatro quintales, de los 10,66 descargados: «Ya la gente del barrio la cocinó y no se ablanda », nos dijo.
La posibilidad de la recuperación de hortalizas resultaba visible en El Minero, ubicado en Unión y Carretera Central. Poseedor de la Cuarta Corona de Excelencia Nacional, ya vendía acelga y habichuela, col china y, en menor cantidad, quimbombó.

En Los ílamos, aledaño al mercado de Buenviaje, el laboreo era intenso, con ocho de sus 27 cámaras de ajo porro en producción, y otras sembradas de remolacha, acelga, habichuela, espinaca y lechuga, en diferentes estadios de desarrollo.
Punto y aparte para el Mercado de Oferta y Demanda. Parecía de otro mundo, pero dentro de él reinaban el orden y la aceptación de los precios topados por el Consejo de Defensa. Tenían productos hoy casi inexistentes en los mercados estatales, como la guayaba. Y la yuca, de calidad, agradable a la vista.
El administrador, Antonio Flaquet Sardiñas, nos dijo que la respuesta de los vendedores ante los precios topados ha sido en sentido general buena, aunque reconoce que después de la decisión hay poca presencia del pepino, topado a dos pesos la libra, y ninguna entre los vendedores de carne de cerdo; excepto aquellos que concurren con embutidos, carne de carnero y manteca.
La visita del martes en horas del mediodía, coincidió con la presencia del vicepresidente del Consejo de la Administración de Santa Clara, Roger Benítez Pérez, presidente de la comisión que analiza todo lo concerniente a la comercialización y venta de los productos agropecuarios, quien nos comentó:
«Después de la adopción de los precios topados, o sea, del viernes al lunes, en Santa Clara se han aplicado tres multas a carretilleros por violación de precios, lo que significa retirada de la licencia como trabajador por cuenta propia. También han tenido lugar igual cantidad de “hallazgosâ€, o sea, productos que el vendedor ilegal abandona y se da a la fuga, dígase más de 40 manos de plátano y decenas de mazos de habichuela ».
Aunque el funcionario reconoce que ha predominado la aceptación de los precios topados por parte de los carretilleros, hay que decir que existe un repliegue de muchos que antes pregonaban sus mercancías por las calles, pero que ahora adoptan la decisión de mantenerse a la sombra, ya sea para ver qué pasa o para esperar que «la furia del control baje » o desaparezca.
Mano a mano con los directivos
Rafael Rodríguez Pérez es el subdelegado provincial que atiende la producción de alimentos; Ramón Rosas Martín dirige la entidad de Acopio, y Santiago Oliva Núñez está al frente del departamento de Comercialización.
El primero, bajo la premisa de que la gente «no come cifras », dio una panorámica de la realidad actual con énfasis en las perspectivas alimentarias de la cosecha de la siembra de frío, en fase de ejecución.
«El plan fue reajustado, y se incrementó en 28 % el área cultivable, es decir, de 25 370 h planificadas en la campaña 2016-2017, aumentamos a 32 493 h en la actual. Sucede que septiembre nos golpeó duro con “Irmaâ€, y ahora, con las lluvias de octubre existe un atraso real de más de mil hectáreas, que deberá recuperarse en los meses siguientes.
«También el área de siembra de papa fue ampliada de 300 a 412 h, situadas en los polos productivos del Valle del Yabú, la Empresa Integral Villa Clara (UEB Sagua, Remedios y Quemado de Gí¼ines), y en la Empresa Agropecuaria de Santo Domingo, en las tierras de Cascajal, con su pico de cosecha a partir de marzo, y que será vendida de manera regulada a través de la libreta de abastecimiento.
«Sin crear falsas expectativas, a partir de este mes de noviembre habrá un incremento de la producción de boniato, de yuca y calabazas. Y para fin de año no deberán faltar lechuga, acelga, pepino, col y tomate, aunque, de los dos últimos productos, no en las cantidades acostumbradas por los villaclareños para esa época del año ».
Ramón Rosas Martín resaltó que Acopio, con afectaciones estructurales en siete de sus dependencias municipales al paso de «Irma », trabaja para llevarle al pueblo la mayor cantidad posible de comida:
«Nuestros compradores han salido a los campos con la indicación de comprarlo todo, para lo que no ha faltado dinero en efectivo, aunque debemos evitar fugas de producciones hacia otros destinos. Estamos recibiendo, además, ayuda adicional del nivel central por ser una de las provincias más dañadas por el huracán. Han llegado unas 100 toneladas de arroz, igual cantidad de chícharos; 200 de harina de maíz y 100 de frijoles, con un aumento hasta de 130 toneladas para estos dos meses finales del año. También hemos adquirido determinados volúmenes de yuca, malanga, naranja y algo de plátano de otras provincias, y en cantidades ajustadas a la realidad del país ».
Santiago Oliva, al frente de la Comercialización, nos entregó el informe de lo vendido en cada mercado de la provincia en los días finales de octubre, y enfatizó en los recorridos realizados para la contratación del venidero 2018: «La respuesta de las distintas formas productivas y de los campesinos pertenecientes a la Anap ha sido muy favorable. Existe una buena disposición para incrementar los niveles de producción y contratar todo lo posible con el Estado ».
Cuadrar el dominó de la producción de alimentos agropecuarios en Villa Clara no es tarea fácil, pero no habrá tranque al doble nueve, ni data cerrada.
El renacer de la agricultura villaclareña será con el trabajo y el sudor de quienes cultiven sus tierras. La partida será ganada.