
En vísperas del 24 de diciembre de 1958 fecha en que la ciudad de Remedios se hace luz bajo el fuego de los tableros muchos presentían que algo grande estaba por ocurrir. Y ocurrió. Suspendida la Parranda, por motivo mayor: la inminencia de la entrada de la Columna 8 Ciro Redondo, comandada por el Comandante Ernesto Guevara.
José María Pérez Duquesne, remediano nativo, tenía entonces 26 años, pero desde mucho antes andaba «enredado » en conspiraciones revolucionarias.
«Fidel, personalmente, nos envió a dos emisarios suyos, también asaltantes al Cuartel Moncada, para que comenzáramos a constituir el M-26-7 en la zona. Desde el primer momento la orden fue clara: los elementos integrantes debían ser la gente del pueblo, los trabajadores, los campesinos, los humildes. Al principio, no éramos más de ocho o diez personas, y en esa labor pasamos, aproximadamente, un año entero.
«Después se organizó el Movimiento en la provincia, con personalidades como Margot Machado y el Dr. Allán Rosell, médico de profesión, que fue el jefe del M-26-7 en Las Villas »..
¿Cómo recuerda a Remedios entre el 24 y el 26 de diciembre?
Aquello fue muy grande. La Columna 8 avanzaba a paso largo y ya se sabía de las victorias de Camilo, pero era necesario que la población nos apoyara masivamente. Una de las indicaciones que recibimos fue que se quemaran las viviendas de los chivatos del pueblo, por culpa de los cuales fueron torturados y asesinados muchos revolucionarios jóvenes y valiosos.
«Entre los delatores había uno al que la gente odiaba con todas sus fuerzas. Le decían Ganché, y cuando los remedianos vieron las llamas y a tantas personas que pedían justicia, se sumaron por cientos. Algunos de los chivatos corrieron a refugiarse en el Ayuntamiento, que fue tomado en pocas horas por el Capitán Roberto Rodríguez, el Vaquerito, y ahí sí salió la gente con una fuerza y una convicción enormes. Fue en medio de la euforia cuando vimos venir al avión del Ejército.
¿Y entonces?
Resulta que el piloto era remediano. Nosotros lo conocíamos desde muchachón. Le decíamos Pico Mangón, porque era un mulato alto, bien portado y echa'o pa'lante. La población se había reunido frente al Ayuntamiento, así que con un solo bombazo acababa con la quinta y con los mangos. Sin embargo, pasó de largo. Él ya sabía que la victoria era segura, además, el llamado de la tierra fue más fuerte.
«Luego del triunfo me dediqué en cuerpo y alma a la Revolución, hasta que me jubilé en 1992. ¡Y cuántas cosas no habré vivido!, pero la liberación de Remedios quedará en mi memoria como uno de los días en que más útil y cubano me he sentido ».