
Mario Ramón Rodríguez Rodríguez no supo que ese era su verdadero nombre hasta que, en marzo de1959, le pidieron sacar la certificación de nacimiento para alistarse en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Para todos siempre fue Mongo, Mongo Rodríguez, el joven que desde los 14 años se afilió a la Juventud Socialista.

Su vida revolucionaria lo llevó a conocer a Camilo. Estaban sobre un ring de boxeo, a unos kilómetros de la zona de Bamburanao, en Yaguajay, donde se ubicaba la Comandancia Rebelde. Intercambiaba golpes con el barbudo sin saber de quién se trataba. Ese enfrentamiento terminó en un abrazo de cariño; sin embargo, entre los dos habría una historia con nombre de mujer y una foto que quedó para la historia.
En octubre de 2011 esta periodista, casi recién salida de la Universidad, llegó a la casa de Mongo para realizar un trabajo sobre Camilo. En ese entonces me contó la anécdota del día en que se conocieron. Poco antes de irme, me entregó una foto y me dijo: «Un día te voy a contar quién era esa mujer ».
Pasaron siete años hasta que recordara aquel momento, justo después de que me encomendaran escribir sobre el natalicio del Héroe de Yaguajay. Depués de echar abajo un escaparate lleno de libros, apareció la foto y revivió la curiosidad por saber sobre la joven hermosa montada en el caballo.
Así fue como volví a buscar a Mongo, quien me contó qué pasó aquel 28 de noviembre de 1958.
«Ese día por la mañana Camilo nos da la orden a Julián Martínez y a mí de que buscáramos 20 caballos para una misión. Teníamos que llegar al campamento entre las 5 y media o las 6 de la tarde, pero fuimos solo dos y la entrada al campamento era por un trillo lleno de piedras que atravesaba un monte. Era dificil entrar y llegamos tarde. Camilo estaba desesperado, empezó a discutir con Julián y yo me quedé montado en el caballo de la foto.
«Luego, se viró para mí y me dijo: “ ¿por qué no te bajas?â€
«Quiero que cuando triunfe la guerra usted me lo regale », le dije.
«â€Tú eres más malo que Batista me respondió, ya estás pensando egoístamente. A ti hay que fusilarteâ€.
«Me tiré del caballo asustao. Cuando se viró de espalda me di cuenta de que iba muerto de la risa. Después se refrescó, llamó a su novia para que se montara y él mismo la fotografió en el caballo amarillo.
«No supe más de la foto hasta 30 y tantos años después. Rosalba, la fotografiada, me la entregó en el velorio de su padre y confesó públicamente:
«Se la doy a Mario Rodríguez que era mi novio cuando llegó Camilo ».
Mongo conoció a Rosalba ílvarez Rodríguez durante su vida militante, pues ambos pertenecían a la Juventud Socialista. La muchacha se convirtió en su novia y por ella tuvo que enfrentar a Tomasito ílvarez, el padre, y seguir todos los formalismos que, en aquella época, maniataban al amor.
Fue ahí, en casa de su suegro, donde el barbudo de La Habana instaló su Comandancia en la zona. La joven comenzó a trabajar junto a él y hasta la envió a Pinar del Río a buscar a un combatiente.
Un día lo llamó y le dijo: «estoy enamorada de Camilo ».
«Él era especial, buen tipo, esbelto, alto, famoso. No solo Rosalba, todas las mujeres le caían atrás y yo no me sentí mal por eso. Después del triunfo de la Revolucion venía a Santa Clara y me buscaba. Le serví de escolta.
«Nunca hablamos si ella le dijo a Camilo de lo nuestro; pero, en el trato que me daba veía una especie de sentimiento de culpa. Quizás solo sean ideas que me hice », comenta y se queda pensativo, absorto en los recuerdo de un hombre al que admiró.