Cada vez que Martí­ nace…

Es preciso que Martí­ se conozca de punta a punta, con virtudes y defectos, sin escondrijos, sin frí­os automatismos y frases hechas que distorsionen su legado.

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Parada martiana en Santa Clara, Cuba.
(Foto: Dayana Darias, estudiante de Periodismo)
Yinet Jiménez Hernández
Yinet Jiménez Hernández
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06 Febrero 2018

Aquella pequeña, la de mejillas color carmí­n, es inconfundible. Los risos dorados han quedado perfectos, la madre embebió su pelo lacio en cerveza y lo dejó reposar, envuelto cada mechón en rolos, toda la noche. Luego, cuidadosamente debió vestir la elegante bata, con un gran lazo y el sayón de pequeños tachones hasta la rodilla. Hay más en ella que la delata: el aro, el balde, la paleta, el sombrero de plumas, los tiernos zapatos rosa.

Y más allá, entre la zigzagueante lí­nea de pequeñuelos, veo a otro que se ha tomado en serio el personaje. Coturnos para crecer, barba tupida de hilos blancos (secreto para el tono natural), y sobre todo, cejas delineadas y ceño fruncido que evidencia el mal humor del gigante. Meñique, a la derecha, ha tenido que acelerar el paso para alcanzar el maratón de personajes.

Bebé, al otro lado de Pilar, a la izquierda del gigante, detuvo su marcha porque dejó un zapato en el pavimento. Orgulloso, como artista que tiene un fallo en la escena, se recompone diligente y sigue el camino con la sonrisa de oreja a oreja. Pantaloncito corto ceñido a la rodilla, camisa blanca con cuello de marinero, medias de «seda » colorada y zapatos bajos. ¡Y el sable, en el cinturón de charol!

Veo la fila y me regodeo en tantos rostros felices... Me complace mirar y sentir que Martí­ vive en cada rostro y que su dí­a sea una fiesta, una fiesta única en el mundo. Sin apatí­a. Sin obligaciones. Sin apariencias. La algarabí­a contagia tanto a quien mira la escena como a quien vive y disfruta.

Cada 28 de enero, cuando el apóstol nace, renace en Cuba, desfilan los niños, sus padres, el pueblo todo. Entonces, las filas avanzan y mientras avanzan me distraigo cociendo la idea de quién fue él y qué significa para todos los cubanos. Y no lo quiero con alas de ángeles ni en el parnaso de esos tipos de héroes que levitan y no tocan el suelo terrenal porque son sagrados.
Lo quiero hombre, con su palabra ardiente y tibia; con sus amorí­os platónicos y desenfrenados, seductor;con su férreo apego a la Patria Chica y a la Patria Grande, viajero; fiel amante de Jesucristo; juez de la equidad social, con su poder de desafiar lo mal pensado y lo mal obrado. Antirracista. Antiesclavista.

Me gusta que sepan del buen escritor, del poeta nato, del perfecto ensayista, del novelista a tientas..., del que tuvo que empuñar la pluma para ganarse el pan mientras, incluso enfermo, regalaba su pensamiento a Cuba. Es que me gusta que Martí­ se sepa de punta a punta, sin escondrijos, sin frí­os automatismos y frases hechas que distorsionen su legado.

Mientras cavilo, la oleada de personajes se pierde en el mar de pueblo que celebra otro año de su natalicio. Los fieles personajes se esfuman y la distancia minimiza el bullicio. Ahora en silencio pienso, pienso, pienso. Cada año en que el Apóstol nace, este pueblo le regala la más bella de las ofrendas.

Obremos porque Martí­ continúe naciendo.

Fotos:

Pioneros honran a Camilo en desfile martiano.
El desfile martiano, que tradicionalmente se celebra el dí­a 28 de enero, este año fue aplazado por la lluvia para el 6 de febrero, dí­a en que se conmemora el aniversario 86 del natalicio del Comandante Camilo Cienfuegos, a quien homenajearon los pioneros y estudiantes de la ciudad de Santa Clara. (Fotos: Dayana Darias Valdés y Mónica Sardiña Molina, estudiantes de Periodismo)
Desfile martiano en Santa Clara.
El más universal de los cubanos encontró en la infancia su esperanza, los soldados de Nuestra América.
Desfile martiano.
Desfile martiano.
Homenaje a Fidel en desfile martiano en Santa Clara.
No faltó el homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el más fiel realizador de las ideas de José Martí­.

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