
Murmullos originó un « ¡descubrimiento! » no verificado con exactitud en la expresión cultural e histórica de la ciudad. Todo infiere a ¿creer? en el hallazgo de restauradores. Sin embargo, S y Z trazan engañifas cuando observamos «DrF ALVARES DE LA CAMPA » sin la debida revisión crítica de la epigrafía, y su análisis de lectura en inscripciones a relieve.
La carencia de fotografías de ese momento inicial impide una explicación real y exacta del montaje que, con o sin error gráfico, eliminó el rótulo identificativo del propietario antiguo de la farmacia radicada en las calles Luis Estévez e Independencia, en Santa Clara. No hay evidencia de cuánto tiempo estuvo instalado el entuerto a la Z. La ausencia de imagen y de notas de prensa, no resultan óbices, como el litterae spuriae, del acta falsa del desciframiento, para verificar otras aristas auxiliadoras de autenticación.

Lo cierto es que, sin ser experto paleógrafo, el terminal de «ílvarez » que concluye una parte del apellido compuesto, tiene en todos los registros Z y no S. Hay quien cree, incluso, en los posibles deslices de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara de aquellos primeros años del pasado siglo donde asoma ílvarez de la Campa en reiteradas ocasiones. Todo puede ocurrir en el dislate ortográfico de un escribano, pero da la coincidencia que siempre está recogido de manera uniforme al referirse a Federico, el Concejal, también el propietario del establecimiento, y a su vez Procurador y Catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza.
Al no verificar la historia, por carencia de búsqueda en documentos, se cae en el campo de la arbitrariedad y el subjetivismo. Y en la mirada infiel.


En las Actas se plantea que en octubre de 1899 está advertido Federico ílvarez de la Campa para ocupar una plaza vacante como Concejal del Ayuntamiento. En marzo del siguiente año solicita liberación del cargo no aceptada, al figurar como «Catedrático » del Instituto de la localidad, y siete años después en igual mes incluyen una notificación que obligó a la farmacia a transformaciones constructivas.
Dice el texto: «Se dio lectura a un escrito, fecha doce del que cursa, del Sr. Arquitecto Maestro de Obras Municipales, en el que manifiesta que cumpliendo lo dispuesto por el Sr. Alcalde en escrito del seis del que cursa ha reconocido la casa, Independencia esquina a Luis Estévez, que ocupa la Farmacia del Ldo. Federico ílvarez de la Campa, habiendo encontrado que los marcos de casi todas las puertas y ventanas están podridos en la parte inferior y no ofrecen seguridad alguna; que el colgadizo interior hacia la medianera tiene el techo en muy mal estado, con el tablado y las viguetas podridas en muchos lugares, y la solera se sostiene mayormente por los puntales que ha sido necesario ponerle para apoyarla; y el estado del edificio requiere una reparación pronta, y general. El Ayuntamiento acordó que se notifique al Ldo. Sr. Federico ílvarez de la Campa como representante del Asilo Benéfico de Niños Pobres de Mayorca (Sic), dueño de dicha casa, para que procedan seguidamente a hacer las reparaciones que indica el Arquitecto Maestro de Obras Municipales y demanda dicha casa ».

Nadie cambia una letra de su apellido en cuestiones relacionadas con derechos de propiedad (administrativos, de comercio, servicios, o bienestar económico, cultural e histórico), pues un resbalón conlleva a litigios posteriores. Toda la publicidad, incluso en Directorios Telefónicos, llevó por rúbrica Federico ílvarez de la Campa. Hasta el panteón (tramo 3 lote 274), en el cementerio local, hecho por sucesores del propietario original del expendio de medicamentos, no da opciones a posibles errores de confusión. Los certificados de nacimiento y defunción del Registro Civil de Esperanza (antes, y ahora en Ranchuelo), y también de esta ciudad, respectivamente, de uno de los descendientes, Federico ílvarez de la Campa Piñeiro, y hasta la nota necrológica del periódico El Villareño (miércoles 26 de diciembre de 1956), tampoco ofrecen margen a dudas.
Tal es la razón que la escritura grabada y ¿descubierta? por los restauradores de la Farmacia «Campa » marca un artificio de letras, misterio hasta ahora, no acorde con la verdadera historia.