
Amanecer en un lugar sagrado de la patria fortalece el espíritu. Y ver salir el sol ante el monumento que rememora el instante glorioso en que más de 5000 villareños se concentraron en la finca Cafetal González para lanzar el grito de Independencia o Muerte, resulta un espectáculo inolvidable.
Ese fue el sentimiento que se vivió en la mañana del miércoles 6 de febrero, cuando los villaclareños, en representación de todos los villareños, recordamos el día en que la región central de Cuba acudió al llamado de la patria y secundó la heroica lucha iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, en su ingenio Demajagua.

De la mano del buen arte, y con un absoluto respeto de la historia, se declamó el soneto «10 de Octubre », de José Martí, exaltando que «Del ancho Cauto a la Escambraica sierra / Ruge el cañón, y al bélico estampido / El bárbaro opresor, estremecido, / Gime, solloza, y tímido se aterra ».
Y fueron bellamente dramatizadas aquellas palabras escritas por el patriota santaclareño Eduardo Machado Gómez, cuando calificó el levantamiento villareño como «(…) el mejor en cuanto a cantidad de elementos de guerra. Más de cinco mil villareños había en la concentración del valle de Manicaragua La Moza, y todos juntos no contaban cuando más que con 200 armas de fuego, casi todas escopetas, y de estas muy pocas nuevas ».

Previamente, una joven manicaragí¼ense había encabezado la cabalgata de más de 30 jinetes, en hermosa remembranza de la abanderada de aquella mañana inolvidable del 7 de febrero de 1869: Pastora González, la hija del dueño del Cafetal, José, Pepe, González.

La topa insurrecta conformada por trabajadores de la UBPC Cafetal González rompió el silencio matinal con el toque a degí¼ello, y su jefe dio el parte de guerra a las personalidades y autoridades presentes en el acto, entre las que se encontraban los destacados historiadores Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de Historia de Cuba, y Rolando Rodríguez García; ambos, premios nacionales de Historia y de Ciencias Sociales, así como las máximas autoridades del Partido y Gobierno en Villa Clara, Julio Ramiro Lima Corzo y Alberto López Díaz, respectivamente.
Hubo también entregas de carnés de la UJC y del PCC a un grupo de jóvenes y trabajadores destacados del municipio de Manicaragua, y no faltaron canciones de arraigada cubanía como La bayamesa, de Céspedes y Fornaris, y El Mambí, de Eduardo Sánchez de Fuentes.

Las palabras centrales del acto conmemorativo estuvieron a cargo del máster en Ciencias Jorge Luis Aneiros Alonso, presidente de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), quien ponderó la trascendencia del levantamiento armado de los villareños en Cafetal González y realzó las figuras de patriotas como Miguel Gerónimo Gutiérrez, quien presidió la Junta Revolucionaria de Villaclara; de Eduardo Machado Gómez, el tribuno y políglota santaclareño, autor del primer proyecto invasor en la historia de Cuba; y de los primos hermanos dobles Guillermo y Antonio Lorda Ortegosa.
En ese recuento de hombres ilustres, hoy poco conocidos, hizo también mención a los hermanos cienfuegueros Federico y Adolfo Fernández Cavada; el primero de ellos, bautizado con el sobrenombre de General Candela, por aplicar la tea incendiaria como estrategia de lucha contra España; y del general espirituano Honorato del Castillo, líder indiscutido de la región espirituana.

Igualmente, el presidente de la UNHIC llamó a continuar profundizando en estos hechos históricos como fuente indispensable de formación de valores: «Todavía quedan muchas cosas que estudiar de estos alzamientos, precisiones a hacer del lugar exacto donde se produjeron determinadas insurrecciones para determinar su correcta señalización. Definir detalles sobre la participación de los principales combatientes y enaltecer más el papel de la mujer en el alzamiento independentista; muchas de ellas, hijas y esposas de aquellos que se levantaron en armas el 6 de febrero de 1869 ».
Lo sucedido en Cafetal González fue una verdadera clase magistral de Historia. Una clase que caló hondo y emocionó a todos, incluidos los prestigiosos historiadores invitados a la ocasión, quienes, para dar vida a una nueva tradición, sembraron bolsas de cafeto, en honor al nombre de aquella finca que se preciaba de sus buenos cafetales.
José Martí afirmó que «de amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas ». Eso fue exactamente lo ocurrido en Cafetal González, a 150 años de aquel acontecimiento; un ir al pasado de nuestra historia, para regresar más fortalecidos y leales al presente de la patria.
A una patria que se prepara para tener, el venidero 24 de febrero, otro momento de honda significación histórica y ganar en las urnas la batalla del Sí en el Referendo Constitucional.
