
Cultivar especies pesqueras de agua dulce, que procesa y comercializa para lograr satisfacer la demanda del mercado interno, deviene la misión de la Empresa Pesquera de Villa Clara, la cual mantiene estables ofertas con alta calidad y aceptación.
Hoy ocho de abril se celebra el día del trabajador de la industria pesquera, por ello Vanguardia invita a sus lectores a conocer el ciclo que permite lleguen a las cocinas villaclareñas parte de las proteínas requeridas para una alimentación saludable y nutritiva.
Las garantías del alevinaje
Pescavilla cuenta con una base reproductora con ejemplares escogidos y bien alimentados que garantizan, en un primer nivel, mediante la incubación artificial, la biomasa demandada por la industria.

En solo 48 horas se realiza la fecundación y nacen las larvas que serán distribuidas en las estaciones de alevinaje. Una de ellas, la Minerva, se dedica al cultivo intensivo de clarias hasta que alcancen un kilogramo de peso como promedio.
Cuarenta trabajadores distribuidos en tres brigadas se dedican al cultivo intensivo de los peces de marcada acogida por los clientes.
«Recepcionamos las larvas de claria con 0.5 gramos y las sembramos en un área de alevinaje con jaulas flotantes, en las que se someten semanalmente a un proceso de selección riguroso, con el objetivo de cultivarlas por tallas homogéneas », cuenta Yendry Pineda González, director de la UEB (Unidad Empresarial de Base) Acuacam que atiende el municipio de Camajuaní.
Las pequeñas crías en un período de 70 a 80 días llegan a pesar los 10 gramos y pasan a la preceba, en la cual el proceso de selección se realiza cada 15 días y, en igual período de tiempo, alcanzan los 50 gramos. Con este peso se introducen en los 17 estanques de la estación.
«Hemos logrado producir 700 toneladas de cultivo de claria al año. El proceso es largo y engorroso, pero conlleva buenos resultados. Hay que alimentar correctamente los peces con una dieta que integra residuos del pescado procesados en la industria, y pienso y subproductos de la industria cárnica », asegura Pineda González.
«Además, la pesca es compleja y riesgosa. Cada estanque rinde entre 25 y 30 toneladas de pescado. Los trabajadores demoran entre 7 y 8 días para capturarlos, ya que los embalses están lleno de fango, piedras y caracoles y se enfrentan a grandes cantidades de animales en un reducido espacio », agrega.
Gracias al esfuerzo de los trabajadores de la estación, los clarias llegan a la industria en óptimas condiciones al igual que otras especies que se pescan en diferente ambiente.
«Al que velan no escapa »
Este refrán popular define la estrategia de trabajo de los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua. Las seis de la mañana los sorprende en el agua, en pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca.
«Salen al amanecer, hora en que se manifiestan mejor los cardúmenes de peces y pueden capturarlos mediante el arte chino o piscina. En las tardes hunden las redes agalleras para sacarlas el día próximo », explica Jorge Luis Rodríguez Cárdenas, director de la UEB.
Acarrean al año más de 200 toneladas entre tencas, carpas, labeos y tilapias. Estas últimas se pescan en dúos y se pagan por resultados, incentivo que ha aumentado la productividad. Pero no siempre el esfuerzo es recompensado: «la pesca tiene mucho de suerte ».
De lunes a viernes los nueve pescadores viven albergados a las faldas del embalse. La nostalgia escuece y «la familia se extraña muchísimo ».
Omar Córdova Reyes, el jefe de brigada, lleva ya 25 años dedicado a pescar. «Lo ansié desde niño, mi padre me enseñó este arte y aunque me gradué de mecánico textil y lo ejercí durante nueve años, lo mío era verme así, entre botes, tilapias y redes ».
«La familia preocupa y nunca se siente uno realmente satisfecho sin ellos, pero así es la vida del pecador. El apoyo de quienes nos esperan en casa es fundamental para poder trabajar en buenas condiciones físicas y mentales », expone. «Siempre que vamos para el agua resulta riesgoso porque no estamos en nuestro medio natural y hay que tomar todas las medidas de protección y garantizar el buen estado técnico de las embarcaciones ».

«Nuestra vida es de sacrificio y condiciones difíciles, la pesca conlleva enfermedades en los huesos producto de la humedad y la fuerza realizada, crea un reumatismo crónico y muchísimos dolores articulares », agrega Omar, quien tiene a la experiencia como paladín; confiesa que recuerda constantemente a sus hijas, e invita al equipo de prensa a recorrer la presa.
Catalejo en el consumidor
Pescavilla cuenta con 26 pescaderías en la provincia, que se surten gracias a las producciones de Induvilla y de las mini-industrias pertenecientes al sector.
En la pescadería del Sandino, en Santa Clara, se encuentra el Centro de procesos Aromas acuícolas Sandino, destinado a la producción de alimentos inocuos con calidad y alto valor agregado.
«Diversificamos las producciones y presentamos diferentes formatos a partir de la pescado acuícola como materia prima, que se mezcla con extensores para proporcionarle mejor sabor y un sello distintivo », detalla Ada Riverón Llorente, especialista en alimentos y Jefe de Brigada del centro.
Sus productos se encuentran listos para el consumo o son de fácil elaboración, ideales para enriquecer las provisiones y hacer más fácil y rápido a la familia cubana llevar la comida a la mesa. Identificados y comprometidos con la actividad que realizan, su labor es totalmente manual y su puesto de trabajo un lugar caracterizado por la pulcritud extrema y un delicioso aroma que fideliza y encanta.
Filetes ahumados y condimentados, albóndigas, embutidos, picadillos y cocteles de pescado que se combinan con vegetales encurtidos, mayonesa, aceites, salsas y condimentos naturales, nutren la cartera de propuestas de distintos precios, asequibles al bolsillo del cubano.

Y es que el villaclareño es un asiduo cliente de los comercios de Pescavilla, gracias a la calidad y cantidad de los surtidos, el ambiente favorable de los locales y el excelente trato al consumidor.
La unidad Acuaman cuenta con seis pescaderías, cinco en el Municipio de Manicaragua y una en Ranchuelo. La ubicada en la capital municipal se encuentra climatizada, con sus paredes totalmente revestidas y cuenta con una nevera de exhibición, una balanza digital, cubertería plástica para evitar derrames de líquidos, neveras de congelación y enfriamiento.
Además, «tenemos un camión que nos permite autoabastecernos y buscar alternativas de compra incluso fuera del territorio. Contar con el transporte también nos posibilita vender la tilapia entera de manera directa en la pescadería semanalmente, y realizar ventas ambulantes eventuales en aquellos poblados que no cuentan con una entidad comercializadora », afirma Armando Díaz García, comercial de la UEB Acuaman.
«Trabajamos garantizando la inocuidad y protegiendo y respetando al consumidor », asegura Roberto Ocenes Veitía, director de Industria y Comercialización de la Empresa Pesquera de Villa Clara. Con una visión holística, Pescavilla apuesta en sus puntos de venta por generar ganancias, confort, publicitarse e, incluso, agasajar al cliente con recetas y secretos culinarios.
Una edición especial de la revista Mar y Pesca se encuentra a la venta. Un recetario fruto de concursos de degustación realizados en la provincia se presenta con nuevas fórmulas de preparar los productos ofertados por la empresa para enriquecer las ofertas de las cocinas cubanas.
Para el futuro le queda a Pescavilla pensar en nuevas inversiones para aumentar el potencial acuícola y el reto de materializar otras producciones en proyecto. Sin duda, la Empresa Pesquera de Villa Clara se crece, innova, produce, investiga y trabaja arduamente por llevar el pescado de la reproducción a la mesa.