De Remedios a La Habana

Apretado compendio de ideas entre dos villas fundacionales en el medio milenio de San Cristóbal de La Habana, un faro de cubaní­a.

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San Juan de los Remedios
San Juan de los Remedios, con sus dos emblemáticas iglesias, según el Álbum Pintoresco de la Isla de Cuba, de Pierre Toussaint Frederic Mialhe, el genial artista del grabado. (Foto: Cortesía de Jesús Díaz Rojas)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
2811
15 Noviembre 2019

A San Cristóbal de La Habana le ocurre en la historia como a San Juan de los Remedios, la Villa endemoniada que fundó Vasco Porcallo de Figueroa, «fueron mudados de emplazamiento », como dijo Jenaro Artiles en un viejo estudio sobre los orí­genes de la actual capital cubana, ahora en el medio mileno de su surgimiento.

El dato aparece en una investigación que publicó en 1946 Emilio Roig de Leuchsenring en aquellos valiosos Cuadernos de Historia Habanera, un lujo de lectura en nuestro tiempo. Artiles recoge aspectos interesantes de la fundación y traslado, así­ como de La Chorrera, torreón que junto al ubicado en Cojí­mar, serví­an de primeras avanzadas en defensa militar en la antigua ciudad.

Como entre Remedios y La Habana se traduce un cruzamiento que recuerda la segunda expedición de Pánfilo de Narváez con el padre Las Casas desde el pueblo indio de Carahate, en la otrora Octava Villa de Cuba por derecho propio nacida en 1515 hasta que no aparezca otra documentación, queda otra satisfacción.

Son muchos los puntos de encuentros que van, incluso, a lo remoto en aquellos constantes ataques de corsarios y piratas, hasta la encrucijada de reses que iban desde un pedazo del «coto » particular de Porcallo de Figueroa, con parada momentánea en el embarcadero de San Atanasio de ílvarez, hasta llegar por el viejo camino a La Habana.

Remedios
San Juan de los Remedios.(Foto: Cortesí­a de cortesí­a de Jesús Dí­az Rojas)

Los diálogos culturales e históricos, salvando distancias, son inmensos. ¿Nada de parrandas?, dirí­an otros. No hace falta. Los hechos se apoderan del espacio. Tal ocurre cuando en espí­ritu Alejandro Garcí­a Caturla no presente en el estreno de la primera versión de Bembé en La Habana, percibe la resonancia que alcanza el virtuosismo de vanguardia afrocubana hacia 1929, ocasión en la cual aquella primera versión musical escrita en Paris por encargo de Franí§ois  Gaillard inundó los ecos del sinfonismo nacional.

Un habanero, considerado el Tercer Descubridor, Fernando Ortiz, dejó una nota singular en Una pelea cubana contra los demonios (1959) que, como dijo, constituye un «Relato documentado y glosa folklorista y casi teológica de la terrible contienda que, a fines del siglo XVII y junto a una boca de los infiernos, fue librada en la villa San Juan de los Remedios por un inquisidor codicioso, una negra esclava, un rey embrujado y gran copia de piratas, contrabandistas, mercaderes, bateros, alcaldes, capitanes, clérigos, energúmenos y miles de diablos al mundo de Lucifer », según el texto.

Es en esencia parte de esa historia que originó las traslaciones de   Remedios de un sitio a otro, y también el desgajamiento, por intereses económicos, al fundar un nuevo pueblo: Santa Clara, al centro. Sin embargo, allí­ perduró la voluntad de ancianos, hombres, mujeres y niños que por voluntad desafiaron la fuerza, se internaron en el monte y no abandonaron lo que llamaron siempre el terruño patrio de sus existencias.

La historia de Una pelea cubana… válida metáfora del tiempo, también quedó recogida en el largometraje de ficción que hizo en 1971 Tomás Gutiérrez Alea, quien, a pesar de desaciertos narrativos, insistió en «hurgar en nuestros orí­genes, mirar atrás y adquirir conciencia de cuáles son nuestras raí­ces como hombres ». Era, recordó, un punto de partida de significaciones conceptuales.

Por si fuera poco, nuevamente Remedios está en La Habana, aunque sea en una quinta parte del ron Conde de Cuba, edición El Faro, producido con bases añejas de destilerí­as del centro-oriente del paí­s. Es una satisfacción, afirmó Lino Luis Pérez Rodrí­guez, especialista principal de la Fábrica de Ron Mulata, destilerí­a Santa Fe, en el ingenio Heriberto Duquesne, formar parte de un proyecto de formulación de bebida destinada a saludar el aniversario 500 de la Villa de San Cristóbal de La Habana.  

Ron por el aniversario 500 de La Habana
Nuevo ron por el aniversario 500 de La Habana. (Foto: Cortesí­a de Jesús Dí­az Rojas

La propuesta de Ron Ligero Cubano comercializada por Ingenierí­a y Servicios Técnicos Azucareros (Tecnoazúcar), en coordinación con Rives Distillery S.A., «tiene también un pedazo de la identidad remediana », declaró el aspirante a Maestro. El envase que contiene la bebida es una réplica a escala del Faro del Castillo de los Tres Reyes del Morro, la universal fortificación capitalina, recalcó.

Antes Pérez Rodrí­guez contribuyó a acentuar similar mí­stica cuando intervino en la elaboración de la edición Remedios 500 de Ron Mulata, y del extra añejo con brillo que festejó el homenaje al aniversario 60 del triunfo de la Revolución en Santiago de Cuba, una bebida espiritosa de equilibrada transparencia y aroma en sus componentes.

De Remedios, en el centro este, a La Habana en el occidente, hay distancias fí­sicas en lo geográfico, pero en historia y cultura persisten antiguas relaciones que crecen con los «misterios » que impulsa el tiempo para el conocimiento de las identidades.

Tal como precisó Eusebio Leal Spengler en Remedios, casi cinco años atrás, habrá que trasladar su apreciación a San Cristóbal de La Habana para que «no se apague el esfuerzo cuando termine este dí­a » de celebraciones. ¡Qué así­ sea! en nuestra historia.

 

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