
Antonio Maceo Grajales tenía raíces africanas. Por sus ancestros, miles de cubanos fueron a liberar los pueblos de ífrica, en la década de los años 80 del pasado siglo.
Eran combatientes que pelearon en Angola, Etiopía, Namibia y Sudáfrica. De ellos, 2085 regresaron en ataúdes, porque la muerte los sorprendió en cumplimiento del deber internacionalista.
Era el 7 de diciembre de 1989. En Cuba se conmemoraba el aniversario 93 de la muerte en combate del Titán de Bronce, y su ayudante, el capitán Panchito Gómez Toro. Día de Duelo Nacional, escogido para la ceremonia solemne y el homenaje a los caídos en suelo africano. Se le llamó Operación Tributo.
En todos los municipios de la tierra natal, escoltados y seguidos por miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, Camilitos, combatientes, las Milicias de Tropas Territoriales y pueblo en general, marcharon los cortejos fúnebres hasta su último destino: el Mausoleo de los Caídos por la Defensa.
Desde entonces, «dos de los más grandes valores creados por el hombre, el patriotismo y el internacionalismo, se unían para siempre en la historia de Cuba », como expresara Fidel en la ceremonia central nacional de despedida de duelo efectuada en El Cacahual, en 1989.
Cada año son recordados. En Santa Clara, la peregrinación parte del Obelisco a Maceo en la rotonda de la Vigía, y llega hasta el monumento a Ramón Leocadio Bonachea. Luego continúa hasta el cementerio de la ciudad.
De tal manera, las nuevas generaciones se suman al eterno tributo conferido a quienes ofrendaron su vida por llevar la estirpe de Maceo.