
En solemne ceremonia efectuada en la mañana de este 13 de febrero en el cementerio municipal de Santa Clara, Osnay Miguel Colina Rodríguez, miembro del Buró Provincial del Partido, y familiares, compañeros, e integrantes de organizaciones políticas y de masas, depositaron una ofrenda floral en el panteón donde reposan los restos de Arnaldo Milián Castro, para homenajear al destacado dirigente, en el aniversario 107 de su natalicio.
Durante el sentido homenaje, Colina Rodríguez, se refirió al tributo permanente del pueblo villaclareño a quien condujo por muchos años los destinos de la antigua provincia de Las Villas, para no olvidar al intachable revolucionario en quien Fidel depositó toda su confianza.
Su hija Olga Lidia Milián Lozano, recordó a su padre como un hombre que trasmitió mucho amor a la familia y al pueblo, y que se identificó desde temprana edad con las luchas revolucionarias.
También, Octavo Silverio Robaina, quien lo conoció cuando trabajaba en la Región Escambray, donde ocupó diferentes cargos, expresó que su preparación como cuadro del Partido se la debe a Milián, por su disciplina, constancia y voluntad de hacer bien las cosas, cuyo legado sigue vivo.

Asimismo, en el hospital santaclareño que lleva su nombre trascendió un matutino especial, con la participación del personal de la Salud de esa institución sanitaria insignia de Villa Clara.
Arnaldo Milián Castro, nació en Jagí¼ey Grande, Matanzas, y comenzó su andar por la antigua provincia de Las Villas, al frente del Partido Socialista Popular, donde contribuyó a fortalecer la unidad entre las fuerzas revolucionarias de ese territorio y el Movimiento 26 de Julio.
Tras el triunfo de la Revolución cubana, y ocupar el cargo de primer secretario del Comité Provincial del Partido de Las Villas, se destacó en la implementación de numerosos planes vinculados con la producción azucarera, agrícola y ganadera.
Arnaldo Milián tuvo el privilegio de acompañar a Fidel en sus recorridos por la provincia, etapa en la que se ejecutaron importantes obras, como la construcción de embalses, industrias, y carreteras, indispensables para hacer realidad la voluntad hidráulica, y llevar a vías de hecho el desarrollo del país. La muerte lo sorprendió en La Habana, el 1 º de julio de 1983.
El intachable revolucionario fue considerado por Fidel, un compañero excelente, fraternal y eficaz, y un dirigente que realizó un brillante trabajo al frente de la provincia de Las Villas.