La pausa

Cuando la realidad obliga a quedarse en casa, prefiero usar eufemismos y decir que no vivimos un aislamiento, solo una pausa.

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Casa de familia
(Foto: Tomada de Internet)
Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
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30 Marzo 2020

Cada cierto tiempo necesitamos una pausa. Cerrar los ojos, inhalar, retener el aire en los pulmones y dejarlo ir poco a poco. Las pausas sirven para tomar fuerzas, renovar el espí­ritu y seguir.

Por ello, cuando la realidad obliga a quedarse en casa, prefiero usar eufemismos y decir que no vivimos un aislamiento, solo una pausa.

Quédate en casa
(Foto: Tomada de Internet)

Pero una pausa en todos los sentidos, una pausa para reinventarnos, para mejorar como humanidad, para dejar atrás las indisciplinas, para pensar más en uno y en el otro, en los abuelos, en los enfermos, en los vulnerables.

Hace rato que el mundo sufrí­a un espantoso virus. La COVID19 solo ha sacado a la luz los sí­ntomas de una enfermedad profunda: el egoí­smo, la frialdad de polí­ticos que prefieren sacrificar a miles de ancianos antes de poner en rojo a la sagrada economí­a.

En medio de la incertidumbre, me quedo con la gente que vale la pena. Con el vecino que me regaló cinco libras de arroz cuando no alcancé en la cola, con la señora que cose nasobucos para regalar, con el médico que llora porque hace 12 dí­as no puede abrazar a su hijo por estar salvando vidas.

Médicos
(Foto: Tomada de Internet)

Su sacrificio nos cura, y al menos, tenemos la obligación de ser consecuentes con sus horas de insomnio, con su entrega y valentí­a. El nuevo coronavirus no es una escena de la serie de turno. Es una realidad dura, que tenemos que enfrentar con responsabilidad.

A veces, no salir a la calle resulta imposible por justificados motivos; pero, no juegue con la suerte. Siempre que pueda, quédese en casa, proteja a los suyos para que las lágrimas sean solo de alegrí­a cuando esta pesadilla pase y nos volvamos a abrazar. Hagamos un pacto con nuestros amigos, con las personas que amamos. Cuidémonos hoy hasta que llegue el tiempo de tomarnos de las manos y no nos falte nadie en nuestra lista. Vamos a regalarnos una cita, un dí­a después de la tormenta, para volvernos a besar.

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