
La fecha exacta de la fundación de San Juan de los Remedios se pierde en la oscuridad de los tiempos, propia de esas primeras villas trashumantes creadas por los españoles que fueron mudándose por causas diversas hasta llegar a los lugares que en la actualidad ocupan.
Las probables datas se mueven desde los años 1513 hasta 1524, aunque por reconocida se ha dado la fecha del 24 de junio de 1515, día de su santo patrono, que la sitúa como la Octava Villa de Cuba. La Villa Escondida de Vasco Porcallo de Figueroa, como algunos la han denominado, en alusión al conquistador extremeño español que le diera vida.

El «origen y fundación es tan oscuro y nebuloso », aclaró José A. Martínez-Fortún y Foyo en sus famosos Anales y Efemérides de San Juan de los Remedios y su Jurisdicción, publicados en 1930.
No obstante, su nacimiento como pueblo eminentemente español, se produjo en una fecha cercana a la hoy celebrada, pues la visita del Obispo Sarmiento, en 1544, confirma que desde 20 años atrás existía allí un lugar con condiciones tales de desarrollo que se corresponden a las exigencias de un núcleo poblacional de cierta consideración.


La incipiente villa hubo de ser trasladada de lugar en dos ocasiones motivadas por los ataques de corsarios y piratas, como aquel famoso Jean David Nau, L’Olonnais, quien asedió con frecuencia la comarca.
El sabio cubano Don Fernando Ortiz, considerado el Tercer Descubridor de Cuba, entremezcló aún más historia y leyenda cuando en su libro Una pelea cubana contra los demonios describió «la terrible contienda que, a fines del siglo XVII y junto a una boca de los infiernos, fue librada en la villa San Juan de los Remedios por un inquisidor codicioso, una negra esclava, un rey embrujado y gran copia de piratas, contrabandistas, mercaderes, bateros, alcaldes, capitanes, clérigos, energúmenos y miles de diablos al mundo de Lucifer ».

A punto estuvo de desaparecer con el desgajamiento de un grupo importante de sus familias para fundar otra villa, que con los años llegaría a ser la Gloriosa Santa Clara. Pero el arraigo de sus pobladores por su patria chica, el apego a sus costumbres y tradiciones hizo que perdurara en el tiempo y lo traspasara, dotando al centro de la Isla de una de sus ciudades más bellas y ricas en tradiciones culturales y leyendas.
El auge azucarero de la primera mitad del siglo XIX traería un notable cambio a la singular villa remediana, con la llegada de un pensamiento ilustrado traído por un conjunto de habaneros y matanceros establecidos en la región en pos del comercio del azúcar.
Ya entre los años 40 y 50 de la centuria decimonónica, lucirá su Plaza Isabel II, inaugurará un telégrafo que se comunicó con Santa Clara y su más importante hito arquitectónico, la Iglesia Mayor, y adquirirá una hermosa torre manteniendo su antigua espadaña. Fueron décadas de un crecimiento acelerado del número de ingenios, aproximadamente unos 44 en la jurisdicción; y de la desaparición de las antiguas fincas comuneras y de los amplios bosques de sus tierras más fértiles.

Ilustres hijos de San Juan de los Remedios conspiraron contra España, y al estallar la Guerra de 1868 un grupo de jóvenes se fue a la manigua el 14 de febrero de 1869, encabezados por el polaco Carlos Roloff y el venezolano Salomé Hernández. Sobresalieron, entre ellos, Francisco Carrillo, Pedro Díaz Molina, Arcadio Jesús Crespo Moreno y Serafín García Leiva, entre otros.
No obstante, la oligarquía criolla integrista remediana defendió a ultranza el poder colonial español y la villa se convirtió en una importante plaza militar. De esos años, data el título de ciudad concedido en 1874, como prerrogativa política por su fidelidad a la corona.
En estas luchas contra España, extendidas durante 30 años, Francisco Carrillo llegó a alcanzar el grado de mayor general del Ejército Libertador. El Generalísimo Máximo Gómez, quien también combatió en predios de la comarca remediana, una vez concluida la Guerra de 1895, visitó la ciudad y se alojó en el hotel Mascotte, joya de su arquitectura, recuperado para lustre de sus hijos de hoy.
La etapa republicana (1902-1958) renovó su desarrollo, sobre todo cultural e intelectual. En la Octava Villa nació en 1906 el genial músico Alejandro García Caturla y sus calles lo vieron morir en 1940, con lo que se privó a la cultura cubana del talento musical más rico y generoso de esa primera mitad del siglo XX.
Liberada el 26 de diciembre de 1958 por tropas de la Columna 8 encabezada por el Comandante Ernesto Che Guevara, Remedios alcanzó a partir de entonces un desarrollo social y cultural acelerado, en rubros clave como salud, educación, ciencia y cultura, entre otros.
En 1980, su Centro Histórico, con el único parque en Cuba con dos iglesias católicas, casi una frente de la otra, fue declarado Monumento Nacional, y el 28 de noviembre de 2018 sus parrandas resultaron reconocidas por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Al cumplirse el medio milenio de su existencia, el historiador Eusebio Leal, en palabras de elogio, afirmó: «Que no se apague el esfuerzo cuando termine este día, que hasta los confines y arrabales de la ciudad siga este empeño, sintámonos orgullosos de las siete ciudades cubanas y también de la Octava Villa, inscrita por derecho propio en la Unión de Ciudades patrimoniales de Cuba. Apoyemos la labor de quienes han luchado por preservar el patrimonio cultural ».
Bajo esa advocación, San Juan de los Remedios celebra sus 505 años de fundada. Una fecha que renueva el lustre de una ciudad mágica y vuelve a situarla en el epicentro de la vida cultural cubana, merecimiento que por derecho propio no perderá jamás.