Una mitad de León y otra mitad de sinsonte

Homenaje al comandante Ví­ctor Bordón Machado en el aniversario 90 de su nacimiento

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Comandante Víctor Bordón Machado
El Comandante Víctor Bordón Machado durante la liberación de Santo Domingo, el 27 de diciembre de 1958.(Foto: Archivo de Vanguardia)
José Antonio Fulgueiras
1956
17 Agosto 2020

El sol de este domingo de agosto, sale aquí­, como todas las mañanas, a iluminar las tumbas de los héroes de la patria. Ví­ctor Bardón Machado cumplirí­a hoy 90 años de edad, aunque los hombres como él perduran en la historia por muchos almanaques que les arranque, sin permiso, la muerte.

Comandante Ví­ctor Bordón
Comandante Ví­ctor Bordón Machado. (Foto: José Antonio Fulgueiras)

A la vera del Che Guevara, como él quiso, yace hoy su tumba junto a varios de sus compañeros del frente de Las Villas, en un nicho que ha sido visitado por gente de pueblo y figuras sublimes como Antonio Guerrero, tras emerger digno de la prisión yanqui; el comandante de la revolución Ramiro Valdés, su guerrillero amigo, y el presidente de nuestra república Miguel Dí­az- Canel, por citar algunos.

 Victoriano Bordón, nombre de bautizo que él redujo a seis letras, nació un dí­a como hoy hace nueve décadas en la finca Sevilla de Quemado de Gí¼ines, junto a una prole de 15 hermanos que treparon al mundo de los genes de la campesina Ana Machado y el isleño canario Sebastián Bordón, que arribó a Cuba polizonte de un barco junto a dos hermanos menores.

Para los campesinos de la zona, Vito, como muchos lo llamaban, fue el lechero que regalaba más pomos de leches de los que vendí­a; para los estibadores del central azucarero, el forzudo que más sacos se echaba en el hombro; para los amigos de su generación el bondadoso que pagaba los tragos de ron en el bar Yara y ripostaba con un trompón a los abusadores, y para los conocedores del arte militar uno de los mayores estrategas empí­ricos de su época.

 Por ello puso en práctica el principio de guerrilla suburbana en el perí­metro de su poblado quemadense donde por la noche realizaban las acciones de sabotaje y por la mañana se incorporaban normalmente al trabajo; fue, además, el primer guerrillero del llano que se alzó antes del desembarco del Granma con la concepción de que la lucha de guerrilla era la táctica fundamental para ganar la guerra, idea con la que desembarcó y materializó   Fidel Castro, y que a Ví­ctor le causó una total desavenencia e incomprensión por parte de los dirigentes de Las Villas.

 Realizó un repliegue táctico cuando el fallido ataque al cuartel de la localidad, el 8 de abril de 1958, sin lamentar la perdida fí­sica de ninguno de sus hombres; al dí­a siguiente tras la huelga general, se estableció en la Carretera Central banda a Santo Domingo y ante el acoso del coronel Eleuterio Pedraza, se le ocurrió la brillante idea y permaneció dos dí­as acampado en la propia finca del sanguinario.

Su entrada al lomerí­o del Escambray no fue color de rosas, y tuvo perpetuos desagravios con las fuerzas del Segundo Frente dirigida por posteriores traidores a la Revolución, desaguisados con los que se topó el Che en su arribo al macizo montañoso, y decidió rebajarlo al grado inferior.

«Traigo la ratificación de tus grados de comandante por decisión de Fidel Castro, pero por algunos errores cometidos te rebajo a capitán y ante la sorpresa del Che, y la negativa de todos sus hombres, Bordón respondió:

«Déjame combatir a su lado como un soldado más. »

 Esto caló en el sentimiento del Guerrillero Heroico, y luego de ponerlo aprueba en varios combates, pasado apenas un mes, tras la toma del aeropuerto de Fomento, lo abrazó y le dijo: ¡Buen trabajo Comandante!, una forma muy singular de otórgale lo grados, por cierto, fue el único comandante que graduó el Che durante la lucha libertaria.

Comandante Ví­ctor Bordón
Comandante Ví­ctor Bordón en Quemado de Gí¼ines. (Foto: José Antonio Fulgueiras)

En los albores de la batalla de Santa Clara realizó, al frente de su tropa, uno de los hechos más homéricos de la contienda, al impedir, desde Manaca y Santo Domingo, la entrada a la capital provincial de un convoy proveniente de la Habana equipado con tanquetas, escoltado por aviones, y con más de cien soldados a bordo.

La captura del sanguinario capitán Joaquí­n Casillas Lumpuy, asesino por la espalda del lí­der azucarero Jesús Menéndez, distinguió a la tropa de Bordón que marchó, en enero de 1959, hacia la capital formando parte de la columna 8 Ciro Redondo, hasta instalarse en la fortaleza de la Cabaña donde el Che lo designó su segundo al mando.

Una repuesta que le dio a un periodista en este lugar certifica su dignidad fidelista:

¿Comandante es verdad que usted se alzó primero que Fidel?, preguntó el reportero.

Primero que Fidel se alzó Carlos Manuel de Céspedes, Martí­ y Maceo, nosotros con él o después de él, le respondió.

Me voy a detener en una anécdota que fue presenciada por Dí­az- Canel y que Bordón me contó de esta manera:

«Estábamos en una actividad de la Unión de Jóvenes Comunistas y Fidel se acercó y me preguntó:

Bordón, ¿Cómo en el Escambray subordinaste al Che tu tropa a de más de 200 hombres y permitiste que este te rebajara los grados de comandante a capitán?

Y le respondí­: Por varias cosas, comandante: Alguien de mayor graduación que él le pidió que me llevara recio a ver lo que yo daba, y tuve muy presente que ese argentino no fue por casualidad el primer comandante que usted graduó en la Sierra Maestra. Además, me encontré frente a un hombrea pesar de sus fuertes ataques de asma y su ropa totalmente raí­da que mientras me habla iba creciendo ante mis ojos con un lenguaje ajeno a toda politiquerí­a barata.

Si le manifesté que me dejara combatir a su lado como su soldado más, fue porque buscaba la unidad como único medio posible de la victoria, pues las divisiones, el regionalismo, y el caudillismo habí­a provocado la derrota de las anteriores guerras de independencia. ¡Y parece que lo logré!

Entonces, Fidel lo abrazó y expresó ante el grupo de jóvenes que lo rodeaban.

«Miren a este guajiro, quien en aquel momento era un simple estibador de sacos de azúcar, con solo un tercer grado de escolaridad, la ideologí­a revolucionaria y patriótica que ya tení­a. »

Ví­ctor Bordón a seis años de su muerte sigue más vivo e inhiesto que nunca, custodiando este lugar sagrado que él un dí­a, junto a Ramiro Valdés, le propuso al escultor José Delarra, hacer un memorial que honrara la figura del Che y sus combatientes.

Familiares del combatiente
Familiares del combatiente. (Foto: José Antonio Fulgueiras)

En sus últimos tiempos de existencia fí­sica desplegó una actuación descollante al frente de la empresa de construcciones metálicas Cometal hasta ser halado por la muerte un 27 de enero del 2014 cuando transitaba por los 83 años de edad, y luego fue sepultado aquí­ un 14 de febrero del mismo año.

Villa Clara lo amó y él amó a Villa Clara, fue guí­a y consejero de muchos jóvenes que ocupan responsabilidades en el Partido, el Gobierno y distintos organismos. En las presentaciones del libro El nombre de mis ideas, que escribí­ sobre su vida y obra, cuando él consideraba que me pasaba en tiempo y elogios sobre su persona hacia un gesto caracterí­stico con el que me ordenaba parar la exposición.

Y temo que hoy me extienda su mano izquierda, ponga el dedo í­ndice y el del medio en forma de tijera, y me mande, entre lo irónico y ocurrente, a que corte de tajo esta semblanza.

 Por ello, en obediencia perpetua, me limitaré, para finalizar, a poner a juicio de los presentes la letra de este embrión de canción que los trovadores quemadense se afanan en ponerle música:

De sol, de estrella y de monte

así­ era Ví­ctor Bordón:

una mitad de león

y otra mitad de sinsonte.

Fue cielo, mar y horizonte

feliz, audaz, campechano.

mejor padre, buen hermano;

y tendrá siempre respiro

mientras exista un guajiro

con un fusil en la mano.

Aunque te has ido Bordón,

combatiente guerrillero,

sigues siendo rey guerrero

de nuestra Revolución.

Patriota de corazón

faro de amor rutilante,

agua limpia y luz radiante

paño para los abrigos;

amigo de los amigos

Ví­ctor Bordón, Comandante.

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