

En los campos está la clave de los azucareros villaclareños para no detener los avances que en los últimos tiempos muestran las producciones agropecuarias. Sin ánimos de autocomplacencia, en el fomento de cultivos, muchas veces con el empleo reiterado de la tracción animal, así como en la crianza de animales, dicen que los secretos estriban en las labores diarias de trabajo. Ahí residen los impulsos necesarios que reclama el programa de soberanía alimentaria trazado por el país.
Sin desatender la siembra de caña y la atención de las plantaciones a veces no tan sistemáticas como se desea, al considerarse como principal motivación del sector, la creación de módulos pecuarios y el crecimiento que registran los cultivos varios y hasta minindustrias caseras, refuerzan la sustitución de importaciones y el bienestar nutricional de los trabajadores y sus familiares. Siempre, por supuesto, se contraen compromisos con los territorios en los cuales están enclavados esos centros y con las ventas estatales. Eso representa, de acuerdo con cifras de cierre de agosto último, un 18 % del volumen de las cosechas que obtienen.
En las 77 630.8 hectáreas dedicadas al desarrollo agropecuario, el 37.2 % de la superficie agrícola de los azucareros, se constata capacidad y decisión de «echar pa'lante » palmos de tierra cercanos a los lotes cañeros, y hasta plantar especies exóticas de frutales que, por una razón u otra, desaparecieron hace tiempo de nuestros campos.

En cultivos varios, antes de comenzar la campaña de frío, disponían de unas 4734,7 hectáreas en fomento, volumen que representó un 20 % por encima del compromiso, y consiguieron en esa fecha alrededor de 6922 toneladas de alimentos, muy superior a lo estimado.
Los frutales, en contraste, tanto en siembra como en recolección, están distantes de las proyecciones. Esas actividades también son estratégicas para el consumo fresco y en conserva de alimentos. Todo obliga a redoblar esfuerzos en las unidades productoras. En el primero de los apartados, la plantación, satisfacen sus encomiendas en «George Washington » (Santo Domingo) y «José María Pérez » (Camajuaní), mientras en el segundo, la cosecha, de unas 1105.5 t previstas, tienen recolectadas el 76 % y las mayores insatisfacciones se registran en «Panchito Gómez Toro », de Quemado de Gí¼ines. De todos resulta conocido que en nuestros campos todavía muchas frutas se pierden y no llegan a sus destinatarios.
La parte pecuaria, con un 64.2 % de la superficie agrícola en explotación, entregó a la industria unos 954.2 litros de leche, y a los mataderos enviaron 359.8 toneladas. El encargo estatal en porcino, más afectado por los aseguramientos de piensos y otros desechos sólidos para el engorde de animales, satisface su compromiso al 67 % de ejecución.

Las cifras, sin duda, evidencian saltos en relación con otros períodos en un sector que antes consumía alimentos por asignación, ahora los gestiona y asegura a partir de sus potencialidades agropecuarias para sustituir importaciones que contribuyan al autoabastecimiento territorial. En tal sentido, la creación de módulos pecuarios, sin desdeñar la mentalidad de productores cañeros, también contribuye a la solvencia de comida para los trabajadores y sus familiares.
La provincia prevé que las 101 unidades productoras de la gramínea dispongan de esos establecimientos. La construcción de esas instalaciones también lleva recursos, a veces propios, que ya distinguen a 29 en funcionamiento óptimo. Otros siete quedarán concluidos en lo que resta de mes, mientras en octubre funcionarán otros 29 y en noviembre-diciembre dejarán listos los 37 restantes. La tarea resulta ardua para terminarse en el período.
Todo reclama desde los denominados pies de crías hasta de alimento animal con garantía en fomento de plantas proteicas, así como de insumos para la edificación de naves de fomento y desarrollo de los rebaños. No obstante, como dicen cosecheros y criadores pecuarios, los retos están a la orden del día, por una necesidad del país de subsistir con lo propio, y no tienen marcha atrás.