
Estrechar el vínculo ciencia-industria, alcanzar la soberanía tec nológica, recurrir a materias primas nacionales, sustituir importaciones y generar productos exportables, constituyen máximas para contribuir al desarrollo económico y social del país.

La colaboración entre la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV) y la empresa Geominera del Centro se orienta hacia el cumplimiento de tales imperativos. Así lo demuestra el proyecto emprendido recientemente para producir todas las tizas escolares que demanda el país, desde la Planta Experimental de Cemento de Bajo Carbono instalada en la casa de altos estudios.
Los profesionales del Centro de Investigaciones y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), adscrito a la Facultad de Construcciones de la institución académica, asumen la parte científica del empeño. Los trabajadores de la Geominera del Centro ejecutan la producción y el Ministerio de Educación Superior (MES) se ocupará de la gestión comercial.
La insularidad de Cuba garantiza la abundancia y la calidad de los yacimientos de yeso, materia prima básica para la producción de las tizas. Aunque la mayor pureza se alcanza con el mineral proveniente de las salinas, su explotación resulta diez veces más costosa que la del extraído industrialmente.
A menos de 100 kilómetros de la provincia existen dos puntos de abastecimiento: uno en Canasí, Matanzas, y otro en Punta Alegre, Ciego de ívila. «Para cubrir la demanda nacional de tizas en el año necesitamos alrededor de 1300 toneladas de yeso », explica el Dr. C. José Fernando Martirena Hernández, director del CIDEM.
«La diferencia entre ambas canteras radica en el color, pues la de Punta Alegre tiene alguna contaminación, y la tiza sale un poquito más oscura; pero las fabricadas con el mineral de Canasí salen tan blancas como las importadas », asegura el especialista.
La producción sostenida depende del abastecimiento de la materia prima, de la capacidad de calcinación y de molienda, de la disponibilidad de equipos y del área para el secado al sol.

Actualmente, la pequeña fábrica cuenta con una sola máquina que produce 1500 tizas por hora. Gilberto Alba Bermúdez, director de la UEB de Producciones Mecánicas Geominera del Centro, asegura que habrá un incremento paulatino del equipamiento para garantizar la entrega de los 83 000 000 de tizas necesarias en las aulas cubanas durante un curso escolar.
Los propios investigadores del CIDEM adaptan los diseños disponibles en internet, y las empresas Producciones Mecánicas Fabric Aguilar Noriega e INPUD Primero de Mayo fabricarán los equipos.
La innovación constituye una premisa. Según Martirena Hernández, sustituir el aluminio (material fundamental del equipamiento) por polietileno de alta densidad abarata los costos y permite instalar una mayor cantidad de máquinas. Además, la ingeniera química Lisbeth Concepción Maure afirma que el plástico resiste mejor el calor que libera el yeso.

Para apreciar el impacto económico de esta iniciativa, el profesor Martirena hace referencia a la urgencia de la tarea ordenamiento. «La producción de una caja de tizas en la planta nos cuesta diez pesos, mientras que la importada ronda los 70 centavos. En estos momentos, al país le resulta más rentable comprarlas en el extranjero que desarrollar capacidades para fabricarla aquí ».
No obstante la distorsión de la dualidad monetaria, el proyecto contribuye a la soberanía tecnológica y a la satisfacción de las demandas nacionales mediante producciones autóctonas. Además, Gilberto Alba Bermúdez manifiesta el propósito de introducir tecnologías, pigmentos de colores y mejoras estéticas para convertir las tizas cubanas en un rubro exportable.
En cuanto a la calidad del producto, Fernando Martirena y Lisbeth Concepción atribuyen un rol decisivo a la proporción de yeso y carbonato de calcio. «Escriben bien y no rayan la pizarra. Varios profesores las han probado y algunos se quejan de que se parten cuando intentan escribir con la tiza completa; pero yo llevo 30 años dando clases y lo he visto también con las importadas. Después de que se dividen en dos, funcionan perfectamente », alega Martirena.

La Planta Experimental de Cemento de Bajo Carbono no ha dejado de cumplir con su razón de ser. Tras varios meses de ajuste, el 13 de octubre de 2020 iniciaron la producción de cemento LC2 y LC3, con materia prima de origen nacional.
El cemento LC2 funciona como extensor, es decir, duplica la disponibilidad del conglomerante. «Como no contiene clinker, el LC2 no reacciona; pero, si se combina con cemento Portland, se obtiene LC3, un compuesto con propiedades similares al P35 », detalla el director del CIDEM.
Otro producto de la fábrica emplazada en la UCLV es el cemento de albañilería CA-16, que, según la reactividad de la arcilla, presenta dos formulaciones: LC3-50 y LC3-65. El profesor Martirena enfatiza el impacto ambiental del cemento de bajo carbono, pues la sustitución del clinker, sin perder la calidad del producto, disminuye la emisión de dióxido de carbono.

«A raíz de la última visita gubernamental a Villa Clara, el ministro de la Construcción se comprometió a entregarnos mensualmente 50 toneladas de clinker de la mejor calidad, proveniente de la fábrica de Cienfuegos. Esto nos permitiría hacer un cemento de alta resistencia y que admite todo tipo de aplicaciones. De acuerdo con la norma cubana, sería un TAC-35 (cemento ternario de arcilla calcinada-35) », cuenta el investigador.
El aporte de soluciones concretas a las demandas del país, con el debido respaldo científico, y la disposición del Gobierno cubano a dinamizar la relación entre la investigación y el desarrollo económico se revierten en el establecimiento de convenios con varios organismos y entidades.
Algunos de los contratos suscritos se orientan hacia la producción en la provincia de todo el mortero que necesita el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos para reparar los canales; el desarrollo de tecnología para reciclar el 100 % de los escombros y producir áridos con las mismas o mejores propiedades que los originales, y la aplicabilidad del cemento LC3 para inhibir la corrosión del acero en todo tipo de construcciones.
«Persisten limitaciones internas reconoce Martirena. Necesitamos aumentar las plazas para responder al incremento de la demanda de servicios. Queremos mejorar la infraestructura de los laboratorios para llevarlos al nivel de una empresa eficiente y competitiva, y tendremos que cambiar muchas mentalidades para estrechar los vínculos academia-industria.
«Sin embargo, estoy impresionado con el cambio radical que ha operado Cuba en función de potenciar la ciencia. Si se incrementa el índice del Producto Interno Bruto que se dedica a la ciencia, podríamos ubicarnos a la vanguardia de América Latina, junto a Brasil, Argentina y Colombia, y eso tendría un impacto tremendo ».