
Omar Hernández Rivero es de esas personas apasionadas por el funcionamiento de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), a la que perteneció desde septiembre de 1974 hasta julio de 1981. Eran los años en que la organización comenzaba en 7. º grado, es decir, contemplaba la secundaria y el preuniversitario. Durante este tiempo ocupó el cargo de presidente de la escuela, en la Esbec Primero de Mayo (1977-1978); vicepresidente a nivel de centro en el Ipuec Jesús Menéndez (1978-1979), así como miembro del consejo provincial (1977-1981) y del secretariado provincial en Villa Clara (1979-1981).
Ahora que se cumplen los 50 años de creada la FEEM, dialogamos con Hernández Rivero para conocer cómo transcurrieron esos años y cuáles fueron las actividades de mayor impacto.

«Fueron años de mucho trabajo dice, la Esbec Primero de Mayo era centro de referencia y vanguardia nacional. El esfuerzo de sus estudiantes y trabajadores para alcanzar esos resultados era extraordinario en la docencia, labores agrícolas, actividades culturales, deportivas y de orientación profesional; todo se vinculaba al movimiento emulativo: iniciativas muy creativas, frecuentes los chequeos de emulación de la FEEM con participación masiva. Recibíamos muchas visitas nacionales y foráneas. Era una organización muy fuerte y respetada.
«En esta etapa surgieron las BET (Brigada Estudiantiles de Trabajo), que consistían en donar 21 días de las vacaciones para trabajar en las labores agrícolas, lo que hacíamos voluntariamente con gran masividad, al igual que nuestra participación por 45 días en las escuelas al campo. También las actividades para recaudar fondos para el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se celebró en Cuba en 1978. Recuerdo el movimiento de monitores, de la lucha contra el fraude académico, los festivales culturales y deportivos, el trabajo de los círculos de interés.
«En la FEEM provincial fue una experiencia extraordinaria las visitas a la base en botella y cualquier medio de transporte, los diálogos con los estudiantes... Éramos adolescentes y parecíamos adultos defendiendo nuestros criterios, deberes y derechos. Fuimos muy bien conducidos por los cuadros de la Unión de Jóvenes Comunistas provincial en esa etapa, nos educaron en la necesidad de ser ejemplos para ser dirigente estudiantil, estaban al tanto de nuestras notas y comportamiento en todos los escenarios.
«Recuerdo muy bien cuando, junto a los compañeros de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), me tocó recorrer en helicóptero varias escuelas de la provincia para la captación de estudiantes para la carrera de piloto y cuando representé a la FEEM en la conferencia fundacional de la Sepmi (Sociedad Patriótica Militar) ».
¿Participó en algún congreso de la organización? ¿Cuál, y qué enseñanza le dejó?
Sí. En el IV Congreso, en diciembre de 1977. Fue una gran experiencia, allí intervine a solicitud de José Ramón Fernández que era el ministro de Educación en la sesión plenaria para hablar de las experiencias y logros de mi escuela, que era de las mejores Esbec del país, y de cómo la emulación era el motor impulsor de todas las actividades.
¿Qué significó para usted ser dirigente de la FEEM y cómo lo ayudó en su vida?
̶ Para mí significó una gran escuela. En ella aprendí lo que es la responsabilidad, la tenacidad, el sentido del deber. Se consolidaron mis sentimientos de amistad, solidaridad, humanismo y amor. Bueno, y por qué no decirlo, en la FEEM encontré mi novia de siempre, la doctora Mabel León ílvarez. Ella era la presidenta municipal de la organización en Ranchuelo, es mi actual esposa y madre de mis dos hijos, que también fueron dirigentes de la FEEM.
«En 1981, por mi desempeño como miembro del secretariado provincial de la organización, se me otorgó un viaje de estímulo a la antigua URSS y Checoslovaquia, lo que me permitió conocer de más cerca las experiencias positivas y negativas de esos países que fueron socialistas, lo que todavía me sirve en mis labores actuales ».
Luego vendría la etapa universitaria como estudiante de Medicina. Integrante de la dirección de la Federación Estudiantil Universitaria a nivel provincial y de la Universidad de Ciencias Médicas, hasta que en sexto año se incorporó al contingente médico rural Piti Fajardo para realizar el internado en el hospital rural de Jibacoa. Nuevas responsabilidades le deparaban en la Unión de Jóvenes Comunistas de ese centro, el Buró Municipal de Manicaragua, hasta llegar al Comité Provincial.
De esos momentos recuerda su participación como delegado en el segundo y tercer congreso de la FEU y el V Congreso de la UJC. Sobre este último evoca: «Sostuve un ameno intercambio con el Comandante en Jefe Fidel Castro sobre el papel preventivo de la medicina y la necesidad de extender el programa del médico de la familia a las zonas rurales, que en esa etapa se centraba mayormente en las zonas urbanas ».
Hasta Pyongyang, en Corea del Norte, llegó en 1989 en la delegación que representó a Cuba en el XIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Ya entonces dirigía el hospital de Manicaragua y se desempeñaba como profesor de los internos rurales de ese municipio.

Sería la psiquiatría infantil la especialidad elegida para proseguir su superación a partir de 1990, estudios que simultaneó con la tarea de ser uno de los secretarios del Comité de la UJC en la Universidad de Ciencias Médicas.
«En 1993 me eligieron secretario general del Comité del Partido en el Hospital Pediátrico José Luis Miranda, miembro del Comité Municipal del Partido en Santa Clara, del Comité Provincial y miembro no profesional del Buró Provincial del PCC » evoca, como pasos previos a sus inicios en el trabajo profesional en el Partido a partir de 1994 hasta 2013. Pero nunca me desvinculé de mi profesión médica, siempre busqué un tiempo para la atención a los niños autistas de la provincia de Villa Clara y un poquito más allá, y para la superación profesional ».
Así, en 2014 partió hacia la isla caribeña de Granada, donde hasta 2019 cumplió misión internacionalista como médico psiquiatra y profesor universitario de Psiquiatría Infantil.
¿Le ayudó haber sido dirigente de la FEEM en su desempeño como funcionario del Partido?
Claro que sí. Me dio la experiencia del intercambio con las personas y las herramientas que me fueron muy útiles en el trabajo del PCC. Recuerdo que cuando necesitaban saber el nombre de cualquier escuela de la enseñanza media de cualquier rincón de la provincia me llamaban y casi siempre sabía. Aprendí que lo primero es el ser humano y creo que eso me preparó para ser cuadro del PCC durante tantos años.
Actualmente Omarito, como todos lo llaman cariñosamente, se desempeña como médico especialista de primero y segundo grados en Psiquiatría Infantil en el hospital Pediátrico José Luis Miranda. Además, es coordinador del programa intersectorial para la atención a los trastornos del espectro autista. Asimismo, funge como profesor auxiliar de la UCM y coordinador del comité académico de su especialidad. Posee la categoría científica de investigador agregado y pertenece al consejo científico de su hospital.
Por último, ¿qué mensaje les transmitiría hoy a los miembros de la FEEM en su aniversario 50?
Que amen la FEEM, que siempre sean buenos estudiantes, ejemplo para los demás. Que tengan en cuenta la historia de esta organización y su aporte a la Revolución cubana, siempre pensando que, como dijo nuestro FideI, un mundo mejor es posible.
«Me siento feliz de ver el protagonismo de los actuales dirigentes estudiantiles en todas las tareas y soy un fiel seguidor de sus redes sociales, en las que tienen una excelente proyección ».