Un maestro oculto

Se interesó por la Informática, estudió obrero calificado en Albañilerí­a, pero encontró su razón de ser en la formación pedagógica. Esta es la historia de José íngel Frómeta.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
José Ángel Frómeta Morales, estudiante de Formación Pedagógica en el Instituto Politécnico Lázaro Cárdenas. (Foto: Mónica Sardiña Molina)
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
2523
20 Diciembre 2020

José íngel Frómeta Morales no se supo maestro hasta que lo «picó el bichito » de la pedagogí­a. Al terminar el 9. º grado, aspiraba a la especialidad de Informática, pero el promedio le cerró el paso. Llegó por primera vez al Instituto Politécnico Lázaro Cárdenas del Rí­o, en Santa Clara, para formarse como técnico medio en Secretariado, que luego lo rechazó.

«Le dije a mi mamá: “No te preocupes, que yo voy a seguir estudiando”. Después de cerrada la matrí­cula en todas las especialidades de la escuela, me aferré a la última opción: obrero calificado en Albañilerí­a.

«Los profesores insistieron para que continuara superándome y fue así­ como regresé a la escuela, para cursar la especialidad de Formación Pedagógica en Construcción Civil ».

Aunque Frómeta (como lo conocen todos) no ha terminado el cuarto año de la carrera, estudiantes y docentes lo tratan como un profesor más. Integra el Contingente Pedagógico del Instituto, se desempeña como alumno ayudante y contribuye con la docencia de varias asignaturas técnicas.

«En primer año no entendí­a bien de qué va la formación pedagógica, pero poco a poco le cogí­ el ritmo y me enamoré de la profesión. A veces ni mi mamá entiende por qué paso tanto tiempo aquí­. Es que me gusta lo que hago, la amistad con mis compañeros y con los profesores, y me motiva dar clases.

«Durante los meses de restricción de movimiento por la COVID-19 casi me vuelvo loco confiesa sonriente. Fí­jese, que me dediqué a adecuar la dosificación de la asignatura que estaba impartiendo, para tenerlo todo listo cuando regresara ».

Asumir, simultáneamente, los roles de estudiante y profesor resulta difí­cil para cualquiera. Mucho más para un joven de 20 años, que lidia los conflictos de otros adolescentes casi de su misma edad. Frómeta se lanza con madurez y profesionalidad al desafí­o de motivarlos a culminar la carrera.

«Siempre comienzo con mi historia: les cuento cómo llegué hasta aquí­ y los privilegios de la formación de maestros. Les pido que no rechacen la oportunidad ».

¡Claro que José íngel sueña! Su aspiración inmediata consiste en sumarse al claustro del «Lázaro Cárdenas », y a largo plazo se proyecta entrar a la Universidad para cursar una licenciatura o graduarse de ingeniero civil. Sueños que guardan la voluntad de superación de un joven sencillo, empeñado en construir su propio futuro. Y si puede dejar alguna enseñanza en el camino, ¡mejor!

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