
Otra vez las cintas amarillas marcan la escena del «crimen » epidemiológico, las huellas cloradas a lo largo de los pasillos delatan el regreso de los pasos podálicos, recesan el bullicio escolar y los servicios de menor prioridad, se vuelven asiduas las visitas de los activistas voluntarios y el interrogatorio del médico y la enfermera de la familia, porque en el tercer rebrote de la COVID-19, hasta las montañas del Escambray villaclareño reclaman su nasobuco.
Actualmente, Manicaragua es el segundo municipio de mayor complejidad sanitaria en la provincia, después de Santa Clara. Con más de 31 casos positivos, el nuevo coronavirus se extiende por las cinco áreas de Salud, mantiene seis focos activos y un gran número de pobladores aislados.
Mileidy González González, presidenta del Consejo de Defensa Municipal (CDM), aprecia en el territorio un comportamiento similar al del resto del país: el incumplimiento de los protocolos por parte de los viajeros internacionales y sus familiares dio paso a la transmisión autóctona. Como tendencia, en esta última etapa casi todos los días Manicaragua aporta tres o más casos a la estadística nacional, con lo cual se mantiene la tasa de incidencia muy por encima de los límites permisibles.

Para contrarrestar las violaciones del aislamiento domiciliario y contener la propagación del virus, el Ministerio de Salud Pública decidió reabrir los centros de aislamiento, donde son ingresados los contactos directos de casos confirmados y los arribados del exterior. La localidad montañosa ya cuenta con tres de dichos centros.
«Hay uno en la escuela especial Alberto Delgado, ubicada en el casco urbano de Manicaragua; otro en el campismo Río Seibabo, perteneciente al consejo popular de Gí¼inía, y en el centro mixto José de San Martín, del consejo popular de La Moza. Tenemos disponibles otros centros que podríamos habilitar, una vez cubiertas todas las capacidades », precisó González González.
Con el establecimiento de cuatro zonas de cuarentena, quedan aisladas las viviendas de los vecindarios con mayor transmisibilidad, sin necesidad de mover a toda la población hacia un centro.

Las activadas en la calle Nicolás Fleites (dentro del perímetro urbano) y en el barrio La Carranchola pertenecen al consejo popular Manicaragua 2. Otra radica en la comunidad Puente Los Pulidos, del consejo popular Gí¼inía, y recientemente se sumó La Campanita, perteneciente a La Campana. Si bien esta última solo comprende nueve viviendas y 19 pobladores, el registro de cuatro casos positivos activa las alarmas en el territorio.
La escuela especial Alberto Delgado transforma su rutina educativa para acoger a 25 contactos de casos confirmados de los poblados de Manicaragua y Jibacoa; entre ellos, cinco niños y siete personas mayores de 60 años. Aunque no tan cómodos como en casa, disponen de todos los recursos para su alimentación, seguridad y vigilancia clínico-epidemiológica. A los tres especialistas de Salud de cada turno se suman trabajadores del centro docente.
La doctora Jany Guerrero Cabana se enfrenta por primera vez a la dinámica de un centro de aislamiento, pero el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad y la experiencia adquirida en la consulta de IRA (infecciones respiratorias agudas) habilitada para atender a todos los pacientes con sintomatología respiratoria, la mantienen a salvo.

«Inmediatamente después de recibir a los pacientes, nos cambiamos de ropa e interactuamos con ellos. Indagamos sobre los contactos, si presentan alguna sintomatología y los antecedentes patológicos personales; porque de estos se derivan los grupos vulnerables, que son los pacientes más propensos a complicarse si enferman de COVID-19.
«Los examinamos todos los días y les tomamos los signos vitales cada ocho horas. En el caso de que alguno presente síntomas, profundizamos la encuesta epidemiológica sobre sus contactos y lo informamos lo más pronto posible », detalló.
Al interior de La Carranchola
Desde el 29 de enero, los vecinos de La Carrachola permanecen en cuarentena. Según Iraida Pérez Carballo, intendente del municipio, la zona abarca 211 viviendas con 470 personas, dentro de los que se encuentran siete lactantes y cuatro embarazadas, sin síntomas hasta el momento.
Entre los recursos distribuidos, la funcionaria se refirió al pollo, la canasta familiar normada, cloro, productos de Pescavilla, refrescos y alimentos elaborados que oferta Comercio y Gastronomía. Asimismo, destacó la recogida de los desechos sólidos dos veces por semana, mediante tracción animal.
Sobre la disciplina de los moradores, precisó que se trata de una población mayormente campesina y muy noble, pero «muchos tienen sus producciones de tabaco y frijoles en zonas aledañas. Hemos tenido que garantizar que estos cultivos no se pierdan, sin que ellos salgan del perímetro ».
Como la teniente Lismaidy Fernández Moya reside en la zona cerrada, no puede acudir todos los días a su trabajo en la unidad de la PNR. Muy cerca de la cinta amarilla, se ocupa de evitar la irresponsabilidad de sus vecinos, con el apoyo de una cadete del Ministerio del Interior (Minint).
Arsenio Chaviano Llanes no dudó en incorporarse a otros 20 activistas voluntarios, para distribuir alimentos y recursos demandados por las familias confinadas. «Yo cubro 15 viviendas y no tengo horario, Anoche me dieron las ocho yendo de casa en casa, porque la conciencia no me deja virar la espalda a un vecino que me necesite. No podemos cansarnos de ayudar y de repetir lo que se puede y lo que no se puede hacer », opinó.

La actual complicación epidemiológica no sorprendió a la doctora Dayanny Aguilar Gallardo. Junto a la enfermera de su consultorio, recorre a diario el amplio trecho a ambos lados de la carretera, para contribuir a la detección de nuevos casos mediante la pesquisa activa.
«Hemos trabajado bastante bien hasta ahora. Tuvimos varios casos sospechosos, pero ninguno en estado de emergencia; casi todos salieron en la pesquisa y fueron trasladados lo más rápido posible », relató.
El combate de un virus prácticamente desconocido le permite un crecimiento profesional. No exenta de temor por los elevados índices de transmisibilidad y letalidad del virus, extrema las precauciones para evitar el contagio.
Ante el pronóstico ascendente de la enfermedad en la provincia, se imponen la disciplina, la solidaridad entre los vecinos, la atención permanente a las personas confinadas, el cumplimiento exacto de las medidas higiénico-sanitarias y el enfrentamiento riguroso a los desobedientes, como única vía para ganarle a la COVID-19, no un combate, sino la guerra.