
Los ingenios villaclareños, a pesar de las limitaciones económicas, acumulan unas 85 000 toneladas métricas de azúcar, y para seguir adelante se reclama de eficiencia industrial con molidas superiores al 60 %, así como de disminución de los elevados índices de materias extrañas que, unidas a la caña, reciben los basculadores durante el proceso fabril.
Jorge Luis Fundora Ortega, director de Operaciones en la Empresa Azucarera, señaló que durante el mes que concluye se incrementó el déficit en asignaciones de combustibles, así como faltas de neumáticos para camiones, deterioro de carros jaulas y vías férreas, y también restricciones en transportaciones de mieles y de extracción de crudo ensacado.
Las carencias se palian, de un modo u otro, con la voluntad de los hombres de garantizar las producciones de crudo y refino, así como de los derivados que estableció la provincia. No obstante, hay unas 34 000 t de azúcar no hechas en relación con el plan asignado hasta la fecha. Un 29,4 % de esa cantidad obedece a bajos rendimientos industriales, urgidos de incrementos por jornada, acotó.
El hecho obliga a mayores exactitudes en los engranajes fabriles en los cuales el factor humano, aun cuando hacia el interior de las fábricas se extreman medidas higiénico-sanitarias para contener la COVID-19, resulta decisivo en lograr las metas propuestas.

En los seis centrales en activo se prevé en el mes entrante llegar a las 100 000 t, cuantía que convertirá a la provincia como primera del país en coronar la intención, pero todo obliga a redoblar el trabajo desde el campo hasta las fábricas.
De acuerdo con la estrategia del sector, se destinan mayores suministros de caña desde áreas cercanas a los ingenios José María Pérez (Camajuaní), así como Héctor Rodríguez (Sagua la Grande), encargados por sus resultados productivos de asegurar la biomasa (bagazo) a las refinerías Chiquitico Fabregat (Remedios) y Quintín Bandera (Corralillo), únicas del país que funcionan en períodos de zafra sin consumo de combustibles, resaltó Fundora Ortega.
Ambas refinerías, con unas 63 000 t asignadas en plan, están responsabilizadas con el 54,7 % del compromiso de fabricación de la provincia, y el volumen restante de azúcar blanca se procesa en George Washington, en Santo Domingo.