
Hace casi tres décadas, la comunidad Sabino Hernández, de Santo Domingo, creó una finca para satisfacer las necesidades alimentarias de sus pobladores. Resultó una de las primeras experiencias del territorio en lo que luego sería la agricultura familiar y, desde entonces, la finca de Chávez como se le conoce asegura comida para los habitantes de esa comunidad dominicana.
«El próximo 13 de agosto, cumpleaños del Comandante en Jefe, llegaremos a los 27 años de constituida », nos dijo José Antonio Chávez, el veterano campesino de 76 años que siempre ha estado al frente de la pequeña finca que pertenece a la Granja Urbana, y que en la actualidad tiene 14 trabajadores.

Son 17 hectáreas sembradas con maíz, boniato, calabaza, plátano, tomate, entre otros cultivos, que abastecen no solamente a la comunidad; sus excedentes van a diferentes destinos y lugares, como la col que obtuvieron una cosecha superior a las 20 toneladas.
«Siempre nos hemos mantenido trabajando y con el Ordenamiento se nos han incorporado jóvenes, lo que nos hacía falta. Estamos siempre luchando en función de la comida de la gente y, como vivo enfrente de la finca, no falta nunca el control y mi presencia. Yo la inauguré y me mantengo »
Esa primera experiencia se ha consolidado, y actualmente en la comunidad hay 491 patios y parcelas vinculados a la agricultura urbana, razones suficientes para que fuera escogida como modelo para potenciar la denominada soberanía alimentaria y nutricional en el municipio de Santo Domingo.
De cómo los patios de la «Sabino Hernández » están debidamente sembrados y autoabastecen a sus pobladores, dio cuenta el recorrido de la vicegobernadora Milaxy Sánchez Armas, que sirvió, además, para conversar con los pobladores acerca de otras necesidades e insatisfacciones; relacionadas fundamentalmente con el abasto de agua y la venta de los medicamentos.
Sánchez Armas visitó varios patios, como el de Camilo Colón Ortiz, con más de 250 matas de café caturra, tomate, pepino, plátano, guayabas; todo ello en pequeña escala, pero suficiente para autoabastecerse y poder tener excedentes de cosecha.
Además constató sembradíos de maíz, lechuga, ajíes pimiento y cebolla en reducidos espacios de tierra, indicador de la voluntad de los vecinos de aliviar el sustento familiar con sus propios esfuerzos.
No faltó la visita a la placita de la comunidad, surtida con col, tomate, plátano macho y burro, así como condimentos secos. Se llama La Frutabomba, y al momento de la llegada de la autoridad gubernamental había una sola cliente comprando, evidencia de la asiduidad de la venta de dichos productos, deficitarios en muchos lugares de la geografía villaclareña.

En la tienda del poblado, al ser el primer día del mes, había una buena cantidad de personas para comprar los mandados, y dentro, la bodeguera María Cristina Díaz Montalbán, una de las pilares de la agricultura familiar en el poblado y dueña de uno de los patios emblemáticos de la comunidad.
También la vicegobernadora estuvo en el organopónico de plantas medicinales de la comunidad y en la fábrica de conservas Mady, que procesa tomate, piña y frutabomba.
«Aquí la gente siempre ha sembrado su pedacito, pero ahora nos afecta la situación del agua explicó uno los fundadores del poblado, inaugurado en 1964 por iniciativa de Fidel, pero eso no impedirá que sigamos sembrando y cosechando ».

La agricultura familiar en pos de la soberanía alimentaria y nutricional tiene en la «Sabino Hernández » a un pilar, con una amplia experiencia, ganada por ser los iniciadores en Villa Clara.
Pero hay que seguir alimentando esa pasión para que el ánimo no decaiga y darle facilidades para vender allí mismo sus excedentes de cosecha, lo que ahora mismo se permite con las nuevas formas de comercialización aprobadas por el país.
Con gente como el viejo campesino Chávez y el ímpetu de María Cristina, y la voluntad manifiesta del gobierno dominicano, los 941 habitantes de la «Sabino Hernández » sabrán darle el modelo de soberanía alimentaria que necesita el municipio y la provincia, y así contribuir a aliviar uno de los problemas más acuciantes de hoy: llevar con esfuerzo propio la comida a la mesa.