El círculo infantil es, quizá, la más importante institución de Educación de este país, les digo que es tan importante un círculo como una Universidad, es más, voy a decir más, es casi más importante el círculo que la Universidad, porque allí es donde el niño adquiere los primeros hábitos de la vida social.
Fidel Castro Ruz

Para que niñas y niños compartan juegos, deberes y derechos sin que medien las diferencias. Para que su formación sea integral, para que aprendan a temprana edad que la vida es una carrera de fondo. Para las nuevas generaciones, la mujer empoderada; para que el país marche al ritmo de sus hombres existen desde hace 60 años la que Fidel considerara la institución educativa más importante del país: el círculo infantil.
Estos centros facilitan el desarrollo físico y mental armónico de los más pequeños, previenen enfermedades, trasladan a la vida familiar las costumbres y hábitos higiénicos y educativos de la institución, y ayudan a los padres a conocer y orientar mejor a sus hijos. Durante seis décadas, han favorecido la integración plena de las féminas a la sociedad, al desempeñar un importante papel en la formación de los infantes desde las edades más tempranas.
La ejemplaridad habla por sí sola, pues resulta sorprendente el conocimiento que los niños adquieren en estos planteles, a través de diferentes áreas del desarrollo como son: Lengua Materna, Nociones Elementales de las Matemáticas, Educación Física, Música, Artes Plásticas, Socio-Moral, Conocimiento del Mundo de los Objetos y Análisis Fónicos.
En un principio...

En 1959, las alternativas de cuidado para los menores, desde el nacimiento y hasta cumplir seis meses de vida, eran muy limitadas. Cuba contaba solo con 38 creches fundamentalmente, para bebés abandonados que brindaban una atención asistencial, mientras, los llamados kindergarten y el grado preprimario de las escuelas figuraban como los únicos servicios de educación infantil. Además, en los barrios presupuestados por el Estado existía un grupo de aulas de preescolar individuales.
El personal que las atendía era formado en las escuelas normales de kindergarten. Para quienes egresaban de dichos centros, alcanzar un aula de este tipo era un verdadero privilegio, pues para lograrlo se necesitaban mucho dinero y relaciones políticas con el gobierno de turno.
Entonces, como halo de salvación, el 23 de agosto de 1960, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz abordó la necesidad de estudiar y dar soluciones a los problemas de las mujeres cubanas trabajadoras y con hijos. Así, la mano edificadora de Vilma Espín Guillois dio vida, el 10 de abril de 1961, a los círculos infantiles, instituciones creadas para menores de cero a seis años de edad.
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Si de la calidad del trabajo educativo depende la formación de los valores morales, ¿cómo contribuirían los círculos a la socialización de los pequeños, así como a fomentar en ellos esos principios cívicos? ¿Cuánto contribuirían a la relación del niño con la vida, natural y social, que lo rodeaba? Estas interrogantes fueron enfrentadas con decisión por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). La naciente organización femenina se encargó de poner en práctica la hermosa obra de fundar instalaciones donde los infantes fueran atendidos de manera ordenada y personalizada, en las que sintieran el calor y el amor de una madre que los cuidaba, protegía y los formaba en los más puros sentimientos.

Mujeres de toda Cuba se movilizaron en torno a tan dedicada labor. Su abnegación, entrega y respeto contribuyó a la recaudación de fondos para la construcción de círculos infantiles. Se trató del primer trabajo comunitario con las féminas y todo el pueblo, unidos y enfrentando no solamente esta bella faena, sino también los infundios y falsos rumores de los agentes de la contrarrevolución, que pretendían hacer fracasar la obra y atemorizar a las madres.
La FMC se encargó de todo, incluyendo la capacitación del personal que trabajaría en los círculos infantiles.
Ejemplo y amor van de la mano
Fue «Pequeños Lenin » uno de los círculos infantiles pioneros de nuestro país y Santa Clara. Así lo cuenta su directora, Gloria Velázquez Ojeda. En aras de ayudar a las trabajadoras, y responder al llamado de Fidel y Vilma, esta institución se erigió con una matrícula inicial de 80 niños y 30 trabajadoras federadas que no poseían preparación. Sin embargo, las asesoraban pedagogas soviéticas, las cuales impartían cursos cada 15 días en La Habana a través de un proyecto que dio inicio a las primeras actividades de formación.

Esperanza Reyes Pérez, educadora de segundo año de vida del «Pequeños Lenin », rememora con emoción el momento en que se cumplió este sueño altruista en apoyo a la mujer cubana: «Llevo 29 años en este círculo. Entré jovencita, comencé como auxi liar pedagógica y me fui superando; me hice educadora, licenciada, y hoy soy máster en Educación Preescolar. Me enamoré desde el primer momento. Siempre me he dedicado a los niños de temprana edad comenta, mientras el pequeño Fabio se mueve inquieto y la mantiene en vilo. Me considero dichosa », concluye.
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La posibilidad de prepararse, de crecer como mujer y profesional hace que Esperanza y todas las educadoras que allí laboran se muestren orgullosas y alegres, capaces de sobrellevar los malos días y las dificultades que se presentan en el camino.
«Si hay algo que de verdad me emociona, que me ha marcado desde que trabajo aquí, es poder pensar en mis compañeras. Las que me ayudaron a iniciarme no están ya, ahora soy yo la que forma a las nuevas generaciones, preparo a las nuevas educadoras y auxiliares, intento dar lo mejor de mí. Cuando miro atrás y veo tanto camino recorrido, puedo sentirme completamente plena. Explico, ante todo, que este es un trabajo de mucho amor, y creo que por eso he llegado tan lejos, porque me apasiona lo que hago », enfatiza Esperanza.
En estos momentos, el «Pequeños Lenin » tiene una matrícula de 164 pequeños y 45 trabajadores (28 docentes y 17 no docentes). «Durante esta etapa de enfrentamiento a la COVID-19, nos hemos esmerado en la preparación de las condiciones para mantener a nuestros niños y personal a salvo », explica la directora del centro. Y es que, luego de un año de batalla contra el virus, el hecho de que ninguno de nuestros niños en círculos infantiles se haya contagiado representa una verdadera victoria del sistema educativo cubano y de quienes trabajan con estricto rigor en pos de nuestros infantes.

Maykel Batista Pino, papá de Lekyam Jesús, cuenta: «Mi niño lleva dos años aquí en este círculo, el trato ha sido excelente, no hay queja alguna. Cuando pienso en la situación que hoy se está viviendo, como padre me quedo tranquilo, pues sé que él está a salvo, que aquí se cumplen estrictamente las medidas sanitarias y que por ello no hemos tenido a pequeños infectados en la institución. Me voy a trabajar tranquilo porque sé que Lekyam permanece al amparo de un personal muy capaz ».
Por su parte, una de las educadoras responsables del quinto año de vida, Yiliane Oms López, cuenta que durante 15 años ha laborado en «Pequeños Lenin »; en la actualidad, con una matrícula de 34 niños en sus manos, la formación de valores continúa siendo su principal meta. «Aunque con la COVID-19 recibimos a menos niños en las aulas, no hemos parado de trabajar. Explicarles a los pequeños que deben mantenerse distanciados, lavarse las manos y cambiarse el nasobuco varias veces al día no es tarea fácil. Sin embargo, estamos preparadas, siempre con los ojos abiertos y pendientes de que se cumplan todas las medidas sanitarias. Ahora, la prioridad es que los niños se mantengan sanos ».
Que no quepa duda de la calidad y el rigor con que se trabaja en esta institución santaclareña, y así lo confirma Gloria Velázquez Ojeda, máxima responsable: «El círculo infantil constituye un lugar muy importante para la formación de los infantes, ya que en estas edades ocurre el 75 % de su desarrollo, y nuestro centro está preparado para potenciar hábitos y habilidades que tributen a su desarrollo integral. Las docentes se capacitan de forma permanente en licenciaturas, cursos de posgrado y maestrías, siempre trabajando de conjunto con la familia, que también resulta indispensable para la formación integral del niño ».