Detrás de una dosis llamada Abdala

Conozca algunos de los rostros que participan en la intervención sanitaria Abdala en Villa Clara.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
El proceso intervencionista de Abdala se desarrolla sin contratiempos en Villa Clara ya en su segunda dosis. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
1952
30 Mayo 2021

La segunda dosis de Abdala ya recorre el territorio villaclareño. Ahora todo parece rutinario. Agujas que penetran en la piel, expertos al tanto de la presión arterial  de cada uno de los vacunados, interrogatorios que buscan comorbilidades contraindicadas para la intervención, termómetros que marcan temperatura corporal, en fin.

Mas, pocos imaginan las tensiones mucho antes de estas escenas con todo un proceso de organización, aseguramiento de múltiples detalles que van desde la refrigeración del componente vacunal, la protección de los circuitos eléctricos, el seguimiento a cada bulbo, la transportación adecuada, así­ como la garantí­a de los sitios clí­nicos y los puntos de vacunación habilitados, entre otros detalles.

Una de las funcionarias que ha vivido todo el proceso organizativo del candidato vacunal Abdala desde mucho antes de su inicio es la master Onélida Maure Rodrí­guez. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Una de esas villaclareñas que ha vivido toda la secuencia es la máster Onélida Maure Rodrí­guez, jefa del Programa de Vacunación en la provincia. Ella recuerda que un mes antes del inicio de la intervención sanitaria a los primeros grupos de riesgo hubo que recorrer  todos los municipios y hospitales de la provincia  para  garantizar todos  los detalles y crear nuevos puntos de vacunación al no resultar suficientes los habituales.

Muchas veces llegaba tarde al hogar y al otro dí­a de pie temprano, pero Onélida y toda la comisión provincial determinaron la certificación de 48 sitios en áreas de Salud, hospitales, la Universidad Médica y el Centro Médico Psicopedagógico, junto a 76 vacunatorios con todas las condiciones necesarias en el proceso.

«Lo primero que resulta indispensable es contar con la sala de recepción o de espera, para luego pasar a la consulta de evaluación. Allí­ aguardan el médico y el personal de enfermerí­a, encargados de interrogar a las personas y se firma el consentimiento informado como listo para vacunarse ».

Sin dudas, un paso definitorio en el que se toman las cifras de tensión arterial y la temperatura, a la vez que se chequea el documento de identificación.

¿Y qué ocurre en esos minutos previos a la dosis?

Un momento de gran importancia, porque no es solo el local para suministrarla. Se solicita nuevamente el carné de identidad a fin de proceder al registro en los modelos de vacunación como que la persona recibió la dosis, al tiempo que se otorga la tarjeta de vacunación que deberá portarse en cada una de las intervenciones.

Entonces, manos experimentadas proceden al pinchazo en fracciones de segundos, y finalmente cada individuo pasa a un local de observación, donde el facultativo y la enfermera mantienen un seguimiento de los signos de tensión arterial y temperatura durante una hora antes de que la persona marche a realizar sus actividades de rutina, en caso de no existir contratiempos o eventos adversos.

Hacedores del bien

El personal  que participa  en esta intervención sanitaria no fue escogido al azar. Hubo una rigurosa selección según los años de experiencia y la trayectoria profesional. Entre ellos, una graduada en 1984 que, por sus resultados estudiantiles, hizo la ví­a directa en la compleja especialidad de Anestesiologí­a y Reanimación.

Esa pasión por el universo médico la desplegó la Dra. Olga Pérez Castillo durante casi tres décadas, compartidas entre el hoy hospital oncológico Celestino Hernández Robau y el clí­nico quirúrgico Arnaldo Milián Castro. En ellos vivió los tensos instantes de los salones, la respuesta inmediata ante algún imprevisto, y ese sueño de sentirse útil y regalar sus energí­as a la vida del necesitado.

«Trabajé muchos años muy fuerte, pero creo fue para bien », expresa la Dra. Olga Pérez Castillo quien está al frente de la Sala de Observación de la Facultad de Estomatologí­a, establecida en la Universidad Médica, durante el proceso sanitario. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Ahora sigue siendo necesaria porque  hace alrededor de  nueve años que ejerce la docencia como parte del claustro de la Universidad Médica de Villa Clara.

Sobre su especialidad atesora vivencias incalculables, sabe que el anestesiólogo tiene en sus manos una gran responsabilidad con el paciente;  brinda  conocimientos clí­nicos, cardiológicos y habilidades en el manejo de las técnicas de ventilación.

«Claro, no todo se logra de la noche a la mañana, hay que estudiar mucho, sacrificar horas de sueño y descanso, pues a nuestras unidades quirúrgicas llega todo tipo de pacientes, aquellos que están compensados y los que no, por lo que se impone actuar según sus particularidades y nunca aplicar esquemas mecánicamente ».

¿Siente subvalorada su especialidad?  

No lo siento así­. Por suerte, la población conoce más de la anestesiologí­a, aunque para otra parte resulta un poco anónima; pero la belleza que tiene borra cualquier detalle de olvido, y ya muchas personas reconocen el valor de esta rama.

Si tuviera que remontarse de nuevo a 1984, ¿la cambiarí­a?

De ningún modo. Volverí­a a dividirme entre las unidades quirúrgicas y la medicina naturista. Una atiende lo orgánico, y la otra estabiliza el cuerpo y la mente, porque la medicina es bella como sea.

¿La experiencia en el vacunatorio abre nuevos incentivos profesionales?

Dirí­a que amplí­a nuestra visión, ofrece ese ejercicio cotidiano porque permite aplicar los basamentos de la medicina intensiva conjugada con los alivios del dolor y de los comportamientos situacionales de las personas. En cursos de posgrado desarrollé el perfil de la Medicina Natural y Tradicional (MNT) con nociones de homeopatí­a, analgesia quirúrgica acupuntural, digitopuntura, y todo ello ofrece paz y tranquilidad enormes.

Si hay algo que demuestra esta intervención sanitaria es la necesidad de trabajar más en la atención primaria, hay muchos pacientes que han llegado descompensados de su presión arterial por un manejo inadecuado, mientras otros desconocen que son portadores de una hipertensión arterial, entre otros factores ».

¿En cuanto al comportamiento de los asistentes?

No todos somos iguales. Volver a controlar a un paciente y entender sus caprichos nos ha tocado como parte del trabajo, pero también de esta manera hacemos un poco de docencia y educamos a la población.

Si de aquí­ a una hora tuviera que enfrentar un salón, ¿lo asumirí­a?

Aunque hace años no realizó ciertos procederes, sin dudas montarí­a una unidad quirúrgica rápidamente y aplicarí­a las técnicas que haya que practicar, desde una intubación endotraqueal, canalizar un catéter venoso central, asumir el manejo de un shock o de un coma, y lo que tenga que hacer. Lo aprendido no se olvida, y es muy lindo devolverle la vida a un ser humano. Es el premio mayor.

El complemento de un galeno

Si existe algún personal en el sistema de Salud que merece el máximo reconocimiento, es el de enfermerí­a, y entre tantos consagrados, en uno y otro sexo, pregunte por Nancy Vizcaí­no Contreras. Una personalidad muy criolla, pero con un aval meritorio desde que se graduó como enfermera técnica en 1984.

A ella le ha tocado enfrentar de lleno diversas complejidades a partir de su inicio en la Sala 1 de Terapia Intensiva del hospital Celestino Hernández Robau, hasta que en 1991 se procedió a la apertura del «Arnaldo Milián Castro » y pasó para ese centro asistencial.

Nancy Vizcaí­no Contreras: «Para ser enfermera tienes que resultar excepcionalmente humana, pero el paso por la terapia intensiva me enseñó a ver de cerca la realidad de la vida y a darlo todo a quien lo necesite ». (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Con esfuerzo se hizo enfermera intensivista, licenciada en la profesión,  y de 1996 hasta 2008 fungió como jefa de enfermerí­a   en el servicio de Hematologí­a, y resultó la primera sanitaria en su rama que participó en el trasplante inicial de médula ósea realizado en Villa Clara bajo la guí­a del Dr. José Luis Aparicio Suárez.

Responsabilidades no le han faltado: vicedirectora de enfermerí­a en el «Arnaldo Milián », misión internacionalista en Venezuela de 2010 a 2012, hasta que retornó a Terapia Intensiva para realizar su especialidad, y ahora ejerce como docente en el centro médico universitario villaclareño.

Desde la Sala de Observación de la Facultad de Estomatologí­a participa en la intervención sanitaria de Abdala. A su modo de ver, también se convierte en una especie de cuidados intensivos, aunque los efectos adversos han sido mí­nimos; pero «estamos capacitadas para enfrentar cualquier emergencia médica que pudiera presentarse. Desde aquí­ ganamos en experiencia en algo muy interesante y nos queda mucho por ofrecer ».

¿Por qué la Terapia Intensiva?

Estaba en tercer año cuando me comunicaron que debí­a entrar en el servicio. Ahí­ aprendí­ a ser enfermera.

Entre tantas personalidades sobresalientes en los cuidados intensivos, ¿qué representa el Dr. Armando Caballero López?

Es una escuela desde el punto de vista asistencial, administrativo, social y humano. Un ejemplo integral a seguir; el nos enseñó a estudiar, a  no rendirnos ante  el cansancio porque siempre la existencia de una persona espera mucho más.    

En el plano personal, Nancy Vizcaí­no Contreras agradece a sus compañeras de la Sala de Observación el hecho de estabilizar esa presión arterial irregular y poder recibir el candidato vacunal Abdala. Un gesto que no olvidará, porque le demostró la grandeza humana que se ratifica ante complejas circunstancias y esos detalles hermosos que depara la vida.

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