
El sueño del joven arquitecto Alejandro González Lovelle, devenido trabajador por cuenta propia, de producir en Villa Clara ladrillos ecológicos, se hizo realidad en Camajuaní, municipio que acogió con entusiasmo la iniciativa que estimulará en esa localidad el Programa de la Vivienda.
La conversión de un establecimiento en desuso en taller, al que se incorporó un novedoso equipamiento, como parte de un proyecto de desarrollo local, garantizará la confección de unos 1000 bloques diarios y favorecerá la ejecución de más viviendas en un menor tiempo.
Los ladrillos tipo lego que aquí se producen, compuestos por una mezcla de cemento y árido prensado, pasan por un proceso de moldeo a alta presión que propicia obtener un producto resistente, además de facilitar el engranaje de uno sobre otro y el levantamiento de paredes.
Sobre la iniciativa introducida por primera vez en Villa Clara, González Lovelle expresó a Vanguardia su inclinación por el diseño y las aspiraciones de dotar a Camajuaní de una mayor autonomía en la producción de materiales constructivos.

La puesta en marcha de la experiencia fue posible gracias a los convenios de trabajo firmados con el sector estatal, que les permitió estrechar los vínculos con la Empresa de Producción Local de Materiales de la Construcción (Plomac), a la cual pertenecen.
El arquitecto destacó que, en estos momentos, tienen en ejecución dos viviendas en proceso de cimentación, para comenzar el levantamiento de las paredes cuando la industria incremente la producción diaria de ladrillos.
Entre los beneficios que reportará el artículo de alta calidad se encuentra su visualidad estética, que evita el revestimiento de las paredes, además de ahorrar recursos, al facilitar el paso de instalaciones hidrosanitarias y eléctricas a través de un orificio dispuesto en su parte interior.
La experiencia resulta única en Villa Clara, con perspectiva de comercializar el ladrillo ecológico a la población en los puntos de Comercio habilitados para la venta de materiales constructivos.