Rostros de Abdala

Conozca el rostro y parte de la historia de algunos de los que laboran en el vacunatorio del seminternado Vietnam Heroico, quienes, entre julio y agosto de 2021, marcaron una época en la inmunización santaclareña.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Más de 133 000 santaclareños ya han recibido la primera dosis dentro de la vacunación poblacional. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
1738
07 Agosto 2021

Andan por las calles de la ciudad en medio del trepidar cotidiano, y a lo mejor no los conocemos. Médicos, personal de enfermerí­a, educadores, padrinos de otros organismos, estudiantes, transportistas y muchos más unidos por un fin: que Abdala, la vacuna cubana contra la COVID-19, llegue a cada brazo para sembrar esperanzas.

Son ellos, junto a tantos, quienes hacen la realidad en medio de jornadas marcadas por el intenso calor y de las propias tensiones derivadas del proceso. Aun así­, conozca el rostro y parte de la historia de algunos de los que laboran en el vacunatorio del seminternado Vietnam Heroico que, entre julio y agosto de 2021, marcaron una época en la inmunización santaclareña.

«Un servidor del pueblo »

Se llama Mario Alberto Reguera Garcí­a. Primero fue enfermero, estuvo dos años cursando la especialidad hasta que luego optó por la Medicina, pero si algo le agradece a su primera disciplina es que lo forjó en la teorí­a y en habilidades prácticas. Hasta pudiéramos decir que la mantiene en su cabecera.

«Ese paso del preuniversitario a la Enfermerí­a me ayudó mucho. Perdí­ los temores de enfrentar a un paciente, de ser "primerizo" a la hora de inyectar o asumir cualquier contingencia ».    

Mario Alberto Reguera Garcí­a.  (Foto: Ricardo R. González)

Confiesa que en la familia no existe tanto ví­nculo con la Salud. Solo su mamá, que es protesista, y mientras transcurrí­a su vida estudiantil pensó en múltiples oficios hasta en el de incursionar en las artes culinarias.

«Cuando terminé el pre llené mi boleta, me decidí­ por Enfermerí­a, y no me arrepiento. Ahora como futuro médico hay detalles que no puedo olvidar, sobre todo, el cariño que he recibido de las personas en el vacunatorio, de aquellos encamados que hemos inmunizado, y de las vivencias en las labores de pesquisa desde el inicio de la pandemia. Muchos me dan aliento y dejan momentos increí­bles. Mi gratitud es hacia ellos, no de ellos a mí­, porque soy un servidor del pueblo.

¿El dí­a en que finalice el SARS-CoV-2?

Quisiera que fuera pronto. Curso el tercer año de Medicina, pero lo verí­a como una victoria compartida que venció a una epidemia detestable. Será la hora de volver a abrazarnos, de dar ese beso que falta y no hemos podido a las personas que queremos, a los propios pacientes como me ocurrió hace poco con una ancianita agradecida a la que solo pude rozarle el puño, y, por favor, que finalice esta era del nasobuco.

La magia de curar

No hay duda de que posee un amplio aval en su profesión. Se licenció como enfermera en 1983 y sus pacientes del consultorio 16-2, perteneciente al policlí­nico Santa Clara, la quieren y la buscan.

Modesta Fernández Hernández.  (Foto: Ricardo R. González)

A lo mejor Modesta Fernández Hernández todaví­a lo piensa cuando tiene que inyectar a un niño, pero sabe que debe hacerlo por encima de todo, y ahora inmersa en la vacunación masiva de Abdala alude a la preparación anterior que llevó bastante tiempo.

«Valió la pena, una manera de reciprocar a ese personal de la comunidad que ha cooperado de manera satisfactoria para desarrollar el cronograma de vacunación ».

Para ella resulta algo novedoso sumado a las tantas campañas anteriores contempladas en el programa de vacunación que han contado con su participación.

¿Abdala?

Algo que el pueblo esperaba y ya es realidad. La catalogo como un logro de Cuba, de los cientí­ficos, del sistema de Salud y que ha fluido de la mejor manera.

¿En lo personal?

Muy orgullosa de poder contribuir al bienestar de una parte de los pobladores santaclareños.

Así­  afirma Modesta, la enfermera que seguirá haciendo honor a su nombre por esos caminos con la magia de curar.

Padrinos imprescindibles    

Son dos en función del vacunatorio. Alexander Cuellar Ortiz, perteneciente a Comercio, y su compañero Verónico Rojas Romero, de la Empresa de Confecciones Textiles Fénix de Villa Clara.

Alexander Cuellar Ortiz.  (Foto: Ricardo R. González)

Tanto uno como el otro apoyan todas las labores en el vacunatorio y están pendientes del mí­nimo detalle, sobre todo, si hay que trasladar a alguna persona hasta una institución de Salud producto de reacciones adversas, aunque no han aparecido, pero también incursionan en la práctica de otros perfiles necesarios para integrarse a la plantilla del colectivo como actores imprescindibles.

Para Alexander es primera vez que asume este tipo de responsabilidad y manifiesta su utilidad porque está en función de los requerimientos del pueblo a tiempo completo.  

Juventud, experiencia, aprendizaje mutuo

Aunque en diferentes años de la carrera, Rolando Antonio Fundora Figueroa, Lismary Peña Hernández y Brayan Samuel Cárdenas Garcí­a estudian Medicina. Los primeros dos ya cursan el quinto año, mientras Brayan recién comenzó.

¿Qué los une? Una experiencia única: Abdala. Su participación en la vacunación les ha posibilitado consolidar la teorí­a con la práctica e, incluso, afianzar el ví­nculo con las dinámicas poblacionales en una labor que nunca habí­an realizado.

La prueba de fuego ha sido el propio escenario: vacunar, orientar a la población, conocer las posibles reacciones, y el trabajo en equipo junto a profesionales de la Salud, técnicos y personas ajenas al sector que dejan experiencias para el futuro.

Rolando, Lismary y Brayan también participaron en las pesquisas. Dí­a a dí­a, con sol, desafiando cualquier contingencia, de domingo a domingo. Mientras un grupo todaví­a se mantiene en esa batalla, otros, como ellos, fueron designados para incorporarse al proceso de vacunación.

Cada uno con sus vivencias, con el aprendizaje en el largo camino de las ciencias médicas, con lo que pueden aportar a esa mezcla de combinar lo recogido en la bibliografí­a con las habilidades prácticas.

Junto a los jóvenes, la «seño » Tania Llerena Iglesias, una licenciada en Enfermerí­a que está al frente del sitio de inmunización, que abarca cuatro consultorios del consejo popular Centro, pertenecientes al policlí­nico Santa Clara.

Ella asegura que la participación de los jóvenes ha sido magní­fica.

«Estoy muy contenta con mis estudiantes de Medicina y de Enfermerí­a, han demostrado plena consagración a la tarea. Además, hemos recibido el apoyo de la dirección del seminternado, de su colectivo, de los padrinos, activistas y de todos los que nos han ayudado.

El dí­a en que Educación abrazó a Salud      

Muchos de los inmunizados retornaron a lo que fue su escuela en décadas pasadas. Allí­ aprendieron a escribir, leyeron por primera vez, mientras la maestra corregí­a una caligrafí­a que escapaba del renglón y el amplio patio aglutinaba a los alumnos en las horas de receso.

Yamila Arboláez Dí­az.  (Foto: Ricardo R. González)

Ha pasado el tiempo. Ahora las aulas están silentes, les faltan las voces de los maestros y la dinámica de sus alumnos, algo que también extraña Yamila Arboláez Dí­az, la directora del seminternado Vietnam Heroico.

«Aquí­ estudió mi mamá, en la entonces Normal para Maestros. Vengo de una familia que lleva el magisterio en el alma. Mi hermana más pequeña también es maestra y la del medio se inclinó por la Enfermerí­a ».

El colectivo de la institución, integrado por 82 trabajadores, apenas ha descansado. Concluyeron las funciones como seminternado piloto y comenzaron en el vacunatorio, a partir de una organización interna que trazaron.

«Cuando nos hablaron de la necesidad de asumir un sitio de inmunización no pusimos objeciones. Era algo novedoso que se convertí­a en una prueba, una labor muy humana para la que, de conjunto con el equipo de Salud, se ha trabajado mucho ».

Yamila observa a las personas en una fila organizada. Están a punto de recibir la primera dosis de Abdala; aunque la premura y, ¿por qué no?, cierto nerviosismo no les permita apreciar el valioso rescate realizado por el grupo Arte Restauro de los históricos murales firmados por René Portocarrero, Eduardo Abela, Amelia Peláez, Jorge Arche y otros grandes de la plástica vanguardista cubana, que el paso del implacable y la falta de mantenimiento habí­a dañado.

Mientras tanto, la escuela, sus trabajadores, los activistas y   el personal de Salud están satisfechos porque parte de los santaclareños se llevan a Abdala en el brazo, con el recuerdo de que recibieron el pinchazo en la institución que les abrió nuevos horizontes en la vida escolar.

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