
Dicen que la vida es un viaje que se mide, no por el tiempo que dure, sino por las huellas que se dejan. Algunos, tienen un paso prolongado, otros, parten demasiado pronto. Antes de tiempo se fue Osmaira González Consuegra. No fue el virus quien la dañó con su furia. Quizás su corazón, sensible como el de toda alma buena, no pudo combatir los embates de los malos tiempos.
La noticia llegó de imprevisto y deja un halo de dolor, un vacío irreparable. Vamos a extrañarla. Llevaba a Cuba en las venas. Era una revolucionaria convencida, fidelista orgullosa y profesaba un cariño especial por el presidente Miguel Díaz-Canel, con quien trabajó al inicio de sus labores periodísticas.
Siempre la recordaremos con su sonrisa amplia. Tenía una tenacidad que la caracterizaba. Luchó fuerte para cada logro que alcanzó en su carrera profesional, así se hizo máster, dio clases de periodismo en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas e incursionó en el periodismo digital cuando recién llegaba la profesión al ciberespacio.
Todos la queríamos. Ha sido un golpe demasiado fuerte. Vanguardia está de luto. Ha perdido a una hija.