

Santa Clara tiene el orgullo de contar con una de las mujeres que más quiso José Martí después de su madre: Carolina Rodríguez Suárez, La Patriota, a quien nuestro Apóstol bautizó como El Alma de Cuba.
No son pocas las cartas y telegramas de agradecimiento y amor del Héroe Nacional por aquella viejecita que salía cada mañana a trabajar bajo el crudo invierno norteamericano para después donar todo su salario, o casi todo, a la independencia de Cuba.
Nació Carolina Rodríguez en esta villa el 20 de noviembre de 1825, en una calle detrás del Parque del Carmen, siendo sus padres Félix Valois y Ana Francisca.
Conspiró en la Guerra de los Diez Años y sufrió destierro en Isla de Pinos. Después de la Guerra Chiquita fue deportada a Estados Unidos, y desde allí continuó su lucha por la independencia de la Patria llegando a convertirse en un puntal de la emigración cubana en Tampa, donde ganó el sobrenombre de La Patriota.


Enferma y con la pérdida casi total de la visión regresó a su ciudad natal a inicios de enero de 1899 para fallecer en la mayor pobreza el 2 de junio del propio año. En su honor, el Ayuntamiento dispuso el 10 de junio de 1899 ponerle su nombre a la calle en que naciera y muriera.
Años después, por acuerdo del propio Ayuntamiento, adoptado el 4 de octubre de 1939, y del Centro de Veteranos y Patriotas de Santa Clara, sus restos mortales fueron exhumados y expuestos en capilla ardiente la noche del 26 de enero de 1940.
Una esquela mortuoria llamaba a los santaclareños a acompañar los restos de la excelsa mujer desde el Centro de Veteranos, entonces sito en la calle Cuba Nro 115 esquina Carretera Central, hasta el Cementerio local.
En la mañana del 27 –víspera del natalicio 87 del Apóstol José Martí, los restos mortales de La Patriota fueron depositados en el Panteón de Veteranos, donde reposan actualmente.