Constructor de ví­as al conocimiento

Entrevista al Doctor en Ciencias Técnicas Pedro Andrés Orta Amaro, Premio Nacional Vida y Obra de la Ingenierí­a Civil.

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Doctor Pedro Andrés Orta, Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
Doctor Pedro Andrés Orta Amaro. (Foto: Mariannis Bonilla Pérez)
Mariannis Bonilla Pérez
2038
24 Febrero 2017

«Ya tengo 65 años, y siempre he tratado de hacer las cosas lo mejor posible, sobre todo en el desarrollo de las construcciones », confiesa quien demostró ser durante 41 años de ejercicio profesional, un hombre comprometido con los destinos de su paí­s, ese ingeniero civil que ha cimentado el conocimiento en cada una de las obras en las que ha puesto como él mismo dice su granito de arena.

Por su experiencia tanto a pie de obra como tiza en mano, el Dr. en Ciencias Técnicas Pedro Andrés Orta Amaro, trabaja actualmente como coordinador de la maestrí­a en Ví­as de Comunicación Terrestre y jefe de la Disciplina Integradora de la carrera en la Facultad de Construcciones de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV).

El Premio Nacional Vida y Obra de la Ingenierí­a Civil reconoce, además de una ejecutoria consagrada al desarrollo de la profesión con aportes relevantes en la especialidad, la contribución de Orta Amaro a la formación de las nuevas generaciones de profesionales, así­ como a un número significativo de obras que han prestigiado la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros Civiles de Cuba (UNAICC).

«Este reconocimiento llega con la edad de jubilación. Lo recibí­ el pasado 11 de enero, compartido con un colega de la provincia de Mayabeque, durante la Jornada por el Dí­a del Ingeniero Cubano. Un honor porque significa que me han considerado como uno de los mejores ingenieros de Cuba, aunque no lo creo así­. Me he entregado a la profesión con amor, con sacrificio, pero pienso que hay otros que también lo ameritan ».

¿Contento?

…Y a la vez comprometido. Tengo que esforzarme mucho más. Por estos dí­as la Universidad de Oriente me ha invitado a un encuentro. Es decir, comienzan algunas invitaciones porque las personas te ven con otra mirada, y eso significa mayor responsabilidad y trabajo.

La UNAICC otorga los Premios Vida y Obra desde antes del triunfo de la Revolución. Cada año de septiembre a diciembre se hace una selección para otorgar el premio los primeros dí­as de enero siguiente, a profesionales de la Ingenierí­a Hidráulica, Mecánica, Eléctrica, Industrial, y los dedicados a la Geociencia. Para el caso de la Ingenierí­a Civil se integró un tribunal de cinco doctores en ciencias técnicas que han sido premios nacionales anteriormente. En esta oportunidad fueron nominados uno por Mayabeque, uno por Holguí­n, otro por Pinar del Rí­o y otro por Villa Clara.

¿Siempre pensó estudiar Ingenierí­a Civil?

Desde niño, porque en mi pueblo natal, Batabanó, las calles estaban en mal estado, y todaví­a siguen teniendo problemas en los viales. Desde los ocho años, según me cuenta mamá, ya pensaba en la construcción y en hacerme ingeniero.

¿Usted fue de los primeros egresados de la carrera de Ingenierí­a Civil en la UCLV?

Sí­, me gradué el 31 de enero de 1976, en un acto solemne en el teatro de la UCLV, momento muy emotivo con la presencia del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés. Era la primera vez que en Las Villas se formaban ingenieros civiles. Ya existí­a la carrera en la Universidad de La Habana, actualmente Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE);   en la Universidad de Oriente se estudiaba desde varios años antes, y nosotros fuimos los terceros de Cuba.

¿Comenzó a trabajar de inmediato en la institución de la que egresó?

No. Los primeros años fui asignado a laborar a pie de obra, en una empresa del Ministerio de la Construcción, la ECOING 10, que reconstruí­a el Ferrocarril Central, primero desde Jovellanos hasta Santa Clara. Cuando terminamos dicho tramo en 1978, y hasta mediados de 1979, laboré en el tramo Siguaney-Jatibonico. En total, alrededor de 300 kilómetros de explanaciones, terraplenes, excavaciones y puentes de esa ví­a de importancia nacional, en la que permanecí­ algo más de tres años.

«Después el decano nuestro en aquel momento, el MSc Pedro Seijo, que todaví­a se mantiene trabajando con nosotros, me pidió que viniera como profesor porque la carrera estaba iniciándose. En estos últimos 38 años he desarrollado docencia de pregrado, en la que he impartido más de 10 asignaturas de í­ndole tecnológica, así­ como cursos de postgrado, que ya son más de 50, incluyendo los pertenecientes a maestrí­as ».

¿Disfruta enseñar?

Siempre que la docencia sea de la especialidad me siento muy bien impartiéndola, me place ser profesor, me gusta enseñar y lograr que los estudiantes demuestren con acierto los conocimientos que les transmito. Ya soy profesor Titular y Consultante desde hace tres años. Pero me siento ingeniero civil, aunque ejerzo y demuestro que soy profesor sin ser esta mi profesión de cuna. Me siento más ingeniero que profesor. Al final soy las dos cosas.

Sus relaciones con los estudiantes, ¿cómo son?

Con mis alumnos he establecido una relación fluida. Ellos se manifiestan, me respetan pero sin miedo ni barreras. Soy muy estricto con la puntualidad, con la responsabilidad en el estudio, y bastante exigente, sin caer en extremismos. Lo importante es establecer una comunicación, me gusta hablar mucho. Les digo cómo debe ser un ingeniero, y sobre todo un ser humano.

¡Ah!, les habla también de las cosas de la vida…

Hace unos años un grupo se quejaba porque tení­an que ir a Intranet para buscar información de la guí­a metodológica. Yo les dije que no habí­a problemas, que a partir del mes siguiente les imprimirí­a la guí­a, pero tendrí­an que pagar mil dólares por estar en la Universidad y 25 por cada extraordinario, que comprarí­an los libros en divisa y pagarí­an las consultas… Entendieron. A veces los estudiantes no tienen idea de que la mayorí­a no estarí­a en la Universidad si viviéramos en el capitalismo.

Hará 21 años que defendió su tesis de Doctor en Ciencias, y sé del largo tiempo que lleva como integrante del Tribunal Nacional de Grado Cientí­fico, más las clases. ¿Y las investigaciones? ¿Pudiera referirme, en especí­fico, su aporte al desarrollo de las construcciones?

Muy sucintamente. En los últimos años he realizado investigaciones relacionadas con las temáticas de los movimientos de tierra y la pavimentación de las carreteras, en especial de las maquinarias, su explotación, la tecnologí­a de construcción de los pedraplenes, terraplenes, carreteras y las ví­as férreas. Como miembro del Comité Técnico Nor ­malizativo del MICONS Nacional (CTN 21), he participado en la elaboración y actualización de varias normas técnicas.  

Sus libros. Tiene varios publicados. He oí­do hablar, por ejemplo, que todaví­a el titulado Economí­a de la Construcción…

Sí­, algunos aún recurren a él. Ese fue el primero, se editó en 1987 y se convirtió en el libro de texto de la asignatura del mismo nombre en el Plan de Estudios B. Luego, en el 2013, salió Tecnologí­a de Construcción de Explanaciones, que es el texto básico de la asignatura Explanaciones, del Plan de Estudios D, vigente en la actualidad.

«Este mes debe salir publicado Maquinarias de movimiento de tierras, libro de texto nacional de esta asignatura. Se está utilizando, pero en versión electrónica. Tengo publicados otros más relacionados con el territorio y la Universidad, digamos Maquinaria de Construcción, Organización de obras (en coautorí­a), un conjunto de documentos de apoyo a la docencia, y más de 55 artí­culos en revistas, monografí­as en tres sitios web, uno norteamericano y dos mexicanos. De ellos me han llegado referencias de consultas, fundamentalmente en lo concerniente a la pavimentación de carreteras y movimientos de tierra ».

Hablemos ahora de las condecoraciones y reconocimientos. ¿Las más recientes?

En diciembre del pasado año recibí­ la máxima condecoración que se le concede a un docente cubano: la Orden Frank Paí­s de Primer Grado; también el premio provincial de la Academia por la investigación Perfeccionamiento de la Tecnologí­a de Construcción de las carreteras desde la academia. Ambas me llenan de satisfacción porque representan el ví­nculo de la enseñanza con la práctica de la Ingenierí­a Civil.

La Facultad de Construcciones, la UCLV ¿qué parte ocupan en su vida?

Para que esta facultad fuera lo que es hoy debimos trabajar mucho, adaptar las aulas, pintar, todo con nuestras propias manos. ¡Imagí­nate! Cuando uno lucha por lo que desea, lo defiende y disfruta más que cuando se lo facilitan sin esfuerzo individual alguno.

«Quisiera estar mucho tiempo en la UCLV, porque para mí­ es un ejemplo en lo que respecta a la Ingenierí­a Civil. Varios de nuestros graduados están al frente de la construcción en el paí­s. Por ejemplo, el Ministro y el Viceministro Técnico, que es el Viceministro Primero. Dondequiera que trabaje un ingeniero civil de los nuestros las opiniones son favorables, y eso te da un gran sentido de pertenencia, tanto con la facultad como con la universidad.

¿Y sus misiones como docente fuera de Cuba?

En 1998, 2000 y 2005, en la Universidad Popular de Nicaragua (UPONIC); en el 2001 en la UNI también en Managua, Nicaragua; del 2008 al 2010, como profesor de pregrado, en la Universidad Agostino Neto (UAN), en Lunda Sul, en Angola. Próximamente debo volver a la tierra de Sandino, invitado por la Universidad Nacional Autónoma (UNAN) para impartir una Maestrí­a en Carretera y Puentes.

Hablemos un poco de su persona. Usted vino de Batabanó y se asentó en Remedios. Cuénteme.

Nací­ en Batabanó el 19 de octubre de 1951. Hice mis estudios primarios y secundarios en el mismo poblado. El preuniversitario lo cursé en la propia Habana. Cuando terminé, ingresé en la CUJAE los cuatro primeros años. Ya desde el grado 12 era novio de mi actual y única esposa, Ana Julia Rojas   Ruiz, ingeniera quí­mica ya jubilada, y en julio de 1973 nos casamos. Por eso hice el quinto año de la carrera y el Trabajo de Diploma aquí­ en la UCLV. «Lo gracioso es que una tí­a de mi esposa, que recién falleció a la edad de 102 años, me dijo que si iba a Remedios y probaba el agua de allí­ me quedarí­a. La profecí­a se cumplió. Al año siguiente nació nuestro hijo mayor, Andrés, y doce años después, Carmen Ana. Tenemos tres nietos, dos varones y una hembra.

¿Cuánto le ha ayudado la familia en su formación profesional?

Mi esposa ha sido mi gran apoyo. Mi profesión implica sacrificio, viajes lejos de casa. Llevamos muchos años juntos y nos llevamos bien. Estamos contentos con nuestra familia. Cada vez que podemos nos reunimos todos, celebramos los cumpleaños, los fines de año, las parrandas, que es la fiesta más importante de Remedios, y una de las más interesantes de Cuba.

«También me ayudó mi suegra, pero solo por cinco años, estaba muy enferma. Era muy buena persona, muy justa y cariñosa. No obstante, me queda su hermana, que cumplió 98 años, y mi mamá, con 90 años. Es decir, he tenido la suerte de convivir y disfrutar junto a personas longevas ».

Sé que jugó mucho béisbol, incluso fue a los terceros juegos escolares como primera base del equipo de Industriales. Pero ahora es del «Villa Clara », ¿verdad?

Pienso que el deporte fue lo que nos unió a Ana y a mí­, pues ella era jugadora de basquetbol y de voleibol, y yo, pelotero. Nos conocimos en las áreas deportivas del pre ­universitario de La Habana.

«Cuando vine para acá no le podí­a ir al equipo de Las Villas en aquel entonces. Hubo unos años de indiferencia en que no le iba a ninguno. Conocí­ a Albertico Martí­nez, a   Carpito, y a otros peloteros y me fui integrando al «Villa Clara », no solo en la pelota sino también en el fútbol, que a nivel internacional prefiero al Barcelona ».

Está próximo a la jubilación, ¿ya tiene relevo?

De hecho, ya la solicité, pero con la idea de re ­contratarme mientras la salud y las fuerzas lo permitan. No obstante, ya tenemos un doctor relativamente joven, Yosvany Dí­az, que me relevará en las asignaturas, de modo que exista una continuidad. Hasta ahora todo va bien y pienso continuar unos años más.

Entonces, doctor, siga disfrutando el Premio Nacional Vida y Obra de la Ingenierí­a Civil. Lo tiene bien ganado. Con la misma energí­a con la que inició una ya larga trayectoria, usted continuará habilitando ví­as al conocimiento. Desde carreteras y puentes hasta los salones y aulas de la UCLV donde se han formado cientos de ingenieros civiles, con esa par ­ticularí­sima dosis inculcada de sencillez, respeto, amor por el trabajo e intransigencia ante lo mal hecho.

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