Uno de los más representativos edificios del centro histórico de la ciudad de Santa Clara, urbe que este 15 de julio arriba a su aniversario 327, lo constituye el Teatro La Caridad, inmueble que se erige imponente y bien conservado entre el resto de las construcciones existentes en los alrededores del parque Leoncio Vidal.
Monumento Nacional de la República de Cuba desde 1982, fue concebido y proyectado por el ingeniero Herminio C. Leyva bajo el tutelaje del Dr. Luis Estévez, y forma parte del conjunto de obras financiadas por la Benefactora de la ciudad, Doña Marta Abreu de Estévez, quien dispuso las ganancias del teatro para obras de beneficencia.
Otra vez Marta
Cuando a fines del siglo XIX el teatro Dolz resultó insuficiente e inadecuado, a pesar de la reconstrucción a la que había sido sometido, Santa Clara necesitó entonces de un nuevo coliseo.
Marta Abreu de Estévez, dama perteneciente a una de las más ricas familias de la villa, quiso convertir esa necesidad en una obra de beneficio general, por lo cual se propuso la construcción de un teatro cuyo producto sirviera precisamente para la caridad y beneficencia.
El Ayuntamiento de la ciudad, de total acuerdo, aceptó y aprobó la propuesta, y el 8 de septiembre de 1885, día de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, abrió sus puertas al público el nuevo Teatro «La Caridad », a un costo de 140 mil pesos.
El día de la inauguración constituyó una brillante fiesta en la que participó toda la sociedad villaclareña. En el palco de honor se encontraba Doña Marta, junto a su esposo e invitados. En escena se puso la obra Los lazos de Familia, interpretada por aficionados locales. Por su parte, Néstor Palma ejecutó una sinfonía compuesta por él y la función culminó con la polka La Pasionaria.
Al día siguiente, una procesión cívica se dirigió hasta la morada de Doña Marta Abreu para acompañarla en un trayecto hasta el teatro. Una alfombra de flores cubría el camino y la dama salió de su casa de la mano del alcalde de la ciudad, el Dr. Rafael Tristá, seguidos de don Luis Estévez y de doña Rosa Díaz.
Los aficionados interpretaron el drama «Caridad », dedicado por Juan Ortiz a Marta, mientras Clara Marina, la estrella de la Sociedad Dramática, interpretó el monólogo Marta, de Emilio Pérez de Morales.
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Tras su inauguración se presentaron 38 cláusulas para el funcionamiento y garantía social. En estas se recogían y fundamentaban los deberes del Ayuntamiento de la localidad para con la conservación de su teatro y la potestad de impedir la presentación de obras poco edificantes e inmorales.
Desde ese momento, la historia del teatro recoge en sus páginas numerosas presentaciones de óperas cubanas y extranjeras, pianistas, concertistas, cantantes y bailarines, o sea, artistas de la talla de Enrico Caruso, Amelia Gallipursi, Esperanza Iris, Margarita Xirgu y Jorge Negrete. Más cerca en el tiempo, el edificio ha sido sede de las actuaciones de Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, la Orquesta Sinfónica Nacional, la compañía de Lola Flores, Chucho Valdés, entre otros grupos y artistas de marcado reconocimiento.
También, personalidades de la historia del patriotismo cubano pisaron su escenario. Julio Antonio Mella, por ejemplo, lo visitó en 1921 al frente de una delegación de estudiantes de la Universidad de La Habana, con el objetivo de intercambiar con el pueblo santaclareño.
«La Caridad », orgullo de Santa Clara
Por su imponente fachada de 30 metros de frente y 47 de fondo, el Teatro «La Caridad », erigido sobre los terrenos donde existió la célebre Ermita La Candelaria, impacta a los visitantes de la ciudad. La impresión que el edificio causa en los espectadores resulta excepcional, debido, quizás, a la severa elegancia de sus líneas, a su esbeltez y magnificencia, a lo discreto y suntuoso de su decorado.
Pero no solo el frente atrapa, pues para aquellos que se adentren en su interior, la sensación de placer resulta mucho mayor. En efecto, la decoración de los interiores es mucho más lujosa que el sobrio exterior del teatro.
Los bustos de Calderón de la Barca y Echegaray en el vestíbulo, a cargo de Miguel Melero, la escenografía y los telones de boca y entreactos confeccionados por Miguel Aries, el relieve en la embocadura, similar al teatro Lineo de París y el grupo escultórico para la fachada realizado por Bossi, así como el cielo raso reservado para el pintor filipino Camilo Zelaya, con alegorías centrales representando al Genio, la Historia y la Fama, los ocho medallones rodeando el polígono con retratos de Moratón, Calderón, Ayala, Tirso de Molina, Echegaray, Hartzenbuzch y la Avellaneda, avalan esta afirmación y lo convierten, por consiguiente, en orgullo de la ciudad de Santa Clara.