
Villa Clara es una provincia de béisbol. Seguir a nuestros Leopardos constituye una costumbre arraigada por sus buenas actuaciones. Pero en los últimos años la continuidad de las bolas y los strikes nos ha conducido a las Pequeñas Ligas, categoría donde el amor a la camiseta revivió el fanatismo de tiempos de antaño. Al complejo deportivo Sandino regresamos una y otra vez para apoyar a quienes visten de naranja, negro y blanco.

Durante el Campeonato Nacional observamos la entereza de quienes optan por dejar la piel en el terreno. En sus rostros, la estrategia disuadía al rival, desconcertaba e imponía un respeto nunca visto en estás lides inferiores. «Así se juega al béisbol», exclamaban muchos de los que acudieron al encuentro entre Cienfuegos y Santa Clara durante la etapa clasificatoria de la categoría 9-10 años. Por un lado, pequeños Elefantes con sabor salado en sus mejillas. Justo al frente, unos Naranjitas convertidos en Leopardos ávidos de otra representación foránea.
Tras la huella de entrenamientos, llegamos a Nuevo León, México. La Serie Latinoamericana de Pequeñas Ligas 2025 puso en contexto a todo un pueblo que esperó con ansias cada juego de sus pilongos. Representando a Cuba, el equipo dejó una grata impresión por su combatividad y disciplina.

En fase de grupos, Santa Clara ganó 4 de sus 5 partidos, incluyendo remontadas espectaculares ante Panamá (12-6) y victorias frente a Nicaragua (8-6), Chile (13-3) y México (6-5). Tal actuación devino en la clasificación a semifinales como segundo del Grupo B.
Las semifinales fueron un grato recuerdo. Para esta ocasión, un desventurado error rompió las posibilidades de llegar a la final al darle ventaja de tres al conjunto azteca. Los pilongos caían, 2-5, ante México (Liga Linda Vista), en un duelo donde la ofensiva cubana fue limitada a tres imparables.

Sin embargo, nada podemos reclamar a unos pequeños forjados de coraje y pasión por el deporte nacional. Entre ellos destacan Aron D’Marco Concepción con una brillante actuación monticular ante Chile, con cinco ponches; y Cristofer Méndez y Ángel Espinosa, con una ofensiva relevante en varios encuentros. Por el cuerpo técnico, el mentor José Yadián Ganuza demostró liderazgo con enfoque pedagógico y pasión por el juego, aunque bien es sabido que el béisbol se gana y se pierde en colectivo.
A pesar de no avanzar a la final, los Leoparditos mostraron talento, entrega y capacidad para competir al más alto nivel infantil. Gracias a ellos, la Ciudad Naranja respiró béisbol y vistió los colores de gloria. La obtención de un lugar es un mero posicionamiento en tablas generales. Lo que mueve al fanático es el amor por la camiseta y la piel que se deja en el diamante. Eso tuvo más de una muestra.

Santa Clara volvió a brillar fuera de los límites nacionales. Cada día se hace más segura la captación de adeptos a las categorías inferiores de la pelota cubana. Para estos muchachos solo existe la administración y el respeto. No hay reclamos ni combinaciones cuestionables. Nos hicieron recordar de qué estirpe estamos hechos y, por eso, son nuestros eternos campeones.