Lo recuerdo como si fuera hoy, eran las primeras horas de la mañana del viernes 26 de octubre de 1990, me encontraba en el Policlínico Chiqui Gómez Lubián, con mi mamá Caridad, que comenzaba a padecer el cáncer que le privó de la vida seis años después.
Mientras esperábamos en la consulta, escuchaba en un pequeño radio el reñido duelo que sostenían las selecciones de Cuba y Países Bajos en la fase de cuartos de final del Campeonato Mundial Masculino de Voleibol celebrado en Río de Janeiro, cuando interrumpieron la transmisión del juego para dar a conocer la funesta noticia: pasada las 3:00 de la madrugada en el municipio habanero de Nueva Paz una rastra que venía de marcha atrás había impactado el auto que conducía el Gran Maestro Guillermito García González, causándole la muerte a los 36 años de edad.
Así, de forma inesperada, el ajedrez cubano perdía a uno de sus cinco mejores exponentes de todos los tiempos, al trebejista que en los años 70 y 80 del pasado siglo resultó una especie de abre caminos en el mundo de las 64 casillas en la Mayor de Las Antillas, al convertirse en el primer criollo en rebasar los 2500 puntos de Elo, el primero en ganar un grupo Premier en los Capablanca in Memoriam, en 1980, aunque en 1977 perdió el cetro al favorecerle el desempate a Oleg Romanishin.
Su exitosa trayectoria le hizo merecedor de un sitio junto al fenómeno José Raúl Capablanca entre los 100 deportistas más sobresalientes de nuestro archipiélago en el pasado siglo.
Tras producirse su lamentable deceso fue trasladado hacia su Santa Clara natal, donde fue expuesto su cadáver en el Consejo Voluntario Deportivo Julio Antonio Mella. Aquella noche, decenas y decenas de villaclareños acudieron a la mencionada instalación para decirle adiós al primer comprovinciano que ostentó las siglas de GM.
Junto a los aficionados estuvieron allí los principales jugadores de la nación, el decano de nuestros Grandes Maestros Silvino García Martínez, el desaparecido Román Hernández Onna (1949-2021), Reinaldo Vera González-Quevedo, el campeón mundial juvenil de 1986 Walter Arencibia Rodríguez, quien ocho días antes se había coronado monarca del país en el campeonato nacional organizado en Santiago de Cuba, el último en que intervino Guillermito, quien compartió el onceno escalón con otros cinco trebejistas, con 5.5 unidades.
Por supuesto que en ese momento de dolor no faltó el GM remediano Jesús Nogueira Santiago, quien durante el velorio me dijo sentidas palabras: «Guille fue un reto para mí en el ajedrez. Cuando comencé me preguntaba si podía jugar como él y creo que esa interrogante se la hacían los demás ajedrecistas por aquel entonces.»
Chuchi refirió como Guillermito lo acompañó en función de entrenador en el Interzonal de Taxco, 1985, donde se adueñó de un cupo para el Torneo de Candidatos de Montpellier, Francia.
«En la nación azteca hizo todo porque yo me clasificara. Recuerdo que en la partida contra el norteamericano Lev Alburt yo tenía franca ventaja; pero no encontraba el golpe contundente. Fui al baño y choqué con Guille, que muy emocionado me dio la solución ganadora.
«Por ello cuando obtuve uno de los boletos clasificatorios para el torneo de candidatos no dudé en declarar que un gran porciento del logro se lo debía a él.»
Treinta y cinco años después de su trágica desaparición física, el legado de Guillermito todavía se mantiene hasta nuestros días, recientemente el GM Leinier Domínguez Pérez, el segundo cubano que más lejos ha llegado en el juego ciencia, después de José Raúl Capablanca y ocupante del puesto 15 en la lista Elo mundial del actual mes con 2738 puntos me confesó:
«Difícil hablar de Guillermo pues no le conocí. Una verdadera tragedia lo que le sucedió, era unos de los jugadores más talentosos que tuvimos en Cuba, lo sé por sus partidas y también porque muchos jugadores y amigos del ajedrez que sí lo conocieron personalmente me lo confirmaron. Hubiese sido genial conocerle, estoy seguro que hubiese aprendido mucho de él, y no solo yo, sino los jugadores de mi generación y los que vinieron después.»