El Caballero del honor y de todos

Falleció en La Habana el prestigioso Dr. C. Armando Caballero López

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
1023
04 Mayo 2025

Hay noticias que llegan y sacuden la existencia. Quiso el destino que la recibida en las primeras horas de este domingo 4 de mayo traspasara el marco de la duda, de lo indeciso, para hacerla realidad.

Ha fallecido en La Habana el Dr. C. Armando Caballero López en una etapa final en que su salud se vio afectada. Y aunque no pudo ganar su última batalla partirá inmenso como lo demostró hasta su último día.

(Foto: Ricardo R. González)

Quedan para siempre su faceta de investigador, la sabia del buen médico que buscó los nuevos conocimientos a favor del necesitado, las clases impartidas en la Universidad Médica o en un recinto hospitalario; el tesón por lograr su título de especialista de I y II grados en esa Anestesiología y Reanimación con la dignidad y el decoro de un profesional de excelencia, o la del II grado en Medicina Intensiva y Emergencias.

Hablar de méritos, medallas, distinciones y estímulos sería interminable, tan honoríficos como la de miembro reconocido de la Academia de Ciencias de Cuba, pero la que más le satisfizo —y me lo hizo saber en varias ocasiones— fue la de no pensar en distingos ni menos en la fama.

Se sentía campesino, como aquel muchachito, oriundo de Seibabo, que un día llegó con apenas cinco años a Santa Clara, y recordaba aquel regalo de su abuelo a partir de un libro que invitaba a ganar en salud. Quizás la justa puerta entreabierta para penetrar en ese, su mundo. 

Jamás olvidó a quienes lo enseñaron y fueron sus maestros en la especialidad, al Dr. Arturo Escamilla Bringas, como impulsor en ese camino de la necesaria y a veces olvidada anestesia. Valen, entonces, los libros dedicados a esa rama, algunos con la participación de múltiples colegas, convertidos en referente de la medicina cubana y más allá de nuestras fronteras, hasta llegar al último contentivo de 197 capítulos, con 170 autores, y parte de ellos especialistas de todos los continentes.

Y un hombre de bien hablaba de satisfacciones. Su voz se enaltecía al recordar que la provincia tuvo la segunda sala de Terapia Intensiva en el país, a punto de cumplir 53 años, el próximo 8 de mayo: Su querida Sala 1, como se le llamaba en el hoy hospital Celestino Hernández Robau.

Y el otro regocijo es que sus dos hijos varones hayan proseguido las sendas del intensivismo, sin olvidar que su esposa Nancy resultó una enfermera de prestigio en sus años de labor.

Lamentablemente el corazón del Dr. Caballero estaba resentido. Un infarto previo en Angola en años atrás, repetido en etapa reciente, sumado a otros episodios que conllevaron a una compleja intervención cardiovascular en apenas días fueron deteriorando su salud.

Sin embargo, no conoció derroteros, seguía como el guerrero invencible o el deportista de altos rendimiento que aspira a su próxima meta como el arduo trabajo desplegado en los días intensos de la Covid.

Mucho más pudiera decirse, pero hoy Villa Clara y Cuba sienten el dolor cercano. Sus compañeros a los que forjó, las tantas personas que hizo volver a la vida y escucharles un «Gracias doctor», los familiares que lo situaron en una especie de altar ante tanta gratitud, quienes un día recibieron un regaño o un llamado de atención para hacer mejores las cosas como lección inolvidable.

Vaya en paz, doctor, emprenda feliz el camino de la eternidad porque cumplió con la obra prometida. Que se vista de gloria el sendero de las ciencias médicas, y que desde donde esté ilumine por siempre la vida al contar con un Caballero del honor y de todos.   

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